El año pasado aterrizaba en Sitges Comanchería, una de las mejores películas de la edición y que acabaría siendo nominada a cuatro Oscars. Una de estas nominaciones la recibía su magnífico guión, eje vertebrador de la película y causa principal de que se haya convertido en uno de los mejores westerns de los últimos años. Dicho guion estaba firmado por Taylor Sheridan quien, un año después, ha guionizado y dirigido su propio proyecto. Se trata de Wind River con el que consiguió el premio a mejor dirección en la sección Un certain regard de la pasada edición de Cannes.
Sheridan no se desprende del western, género con el que mejor trabaja, y decide mezclarlo con el thriller policial. Traslada el ambiente árido de Texas a Wyoming, donde los desiertos de arena son sustituidos por desiertos de nieve. El protagonista del film, Jeremy Renner, es un cazador que se conoce la zona montañosa en la que vive como la palma de su mano. Su trabajo consiste en cazar a depredadores que suponen una amenaza para el hábitat y la población. En uno de sus excursiones descubre el cadáver de una joven con signos de haber sido agredida y violada. Poco después, una agente del FBI llega al pueblo para investigar el crimen. La joven es bastante inexperta y rápidamente se ve apabullada por las difíciles situaciones que induce el clima extremo. Sin embargo contará con la ayuda del cazador para esclarecer lo sucedido. Un crimen cuyas proporciones irán aumentando a medida que avanza la investigación.
Se nota en todo momento que detrás de Wind River existe el trabajo de un gran guionista. Los personajes principales están profundamente desarrollados y dotados de gran credibilidad psicológica. Sin embargo Sheridan no renuncia a lo cinematográfico, aprovechando la fuerza visual de su desierto blanco y contraponiendo su pureza con el violento crimen. Precisamente esta violencia esta presente en el subtexto de todo el film. Es muy interesante ver a los extremos donde son llevados los personajes en uno de los entornos en los que es más difícil sobrevivir al día a día. Y sobre todo, ver como esta supervivencia acaba derivando en la locura y en la ruptura de las barreras morales.
Wind River nos confirma que Taylor Sheridan es un excelente guionista y a la vez nos descubre que también es un buen director. Su carrera como cineasta no podía haber empezado de mejor forma (aunque ya dirigió su primera película en 2011 cuando no era nadie en el mundo del cine), dando cuerpo visualmente a sus propias ideas y trabajando de primera mano y de forma certera con sus interesantes inquietudes narrativas.