“Beauty is not everything, is the only thing”. Con este lema presentaba Nicolas Winding Refn en Sitges a través de una grabación casera su última y esperada película, The neon demon. El eslogan con el que promociona la película no podría ser de lo más acertado, ya que no solo habla sobre la belleza sino que se centra únicamente en ser poderosa a través de su dispositivo formal.
Es imposible negar que The neon demon es una de las películas estéticamente más impresionantes de los últimos años. Pero si uno intenta indagar más allá y encontrar algo más en la película, lo único que podrá llevarse es una decepción. Drive, la obra emblema de Winding Refn, pese a ser una película que destacaba por su estética conseguía elaborar un discurso y una narración interesante. En The neon demon, aparte de que el discurso de la película es simple y evidente (“cómo el mundo de la moda embauca y pervierte a las personas que se adentran en él”) no evoluciona y se queda estancado constantemente sobre la misma idea. Solo los últimos diez minutos de película nos proporcionan una nueva mirada original, pero esta llega demasiado tarde.
La polémica está servida con The neon demon y está dividiendo mucho las opiniones de la gente. Entre aquellas personas que se contentan con el estilo publicitario y de videoclip al que sucumbe la película y aquellos que piden más de una obra cinematográfica.
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