La señal es probablemente la película visualmente más pura dentro del género de la ciencia ficción proyectada en Sitges. No es extraño pues, que se haya alzado con el premio a los mejores efectos especiales. Pero parece que el director William Eubank se haya centrado solamente en la fuerza visual y estética de la película y se haya dejado de lado un argumento que, pese a ser muy interesante, pierde su fortaleza. La profundidad psicológica de los personajes y la explicación de las diferentes capas que definen la trama son dos de los elementos más desatendidos de la película.
La señal narra la historia de tres estudiantes que desaparecen al intentar encontrar a un hacker. De repente se verán aislados y estudiados por un grupo de científicos ya que parece que los personajes han sufrido una contaminación alienígena. Los estudiantes se fugarán del centro en el que estaban encerrados y se darán cuenta que el mundo ya no es lo que era, que muchas cosas han cambiado por completo.
La señal juega con aumentar progresivamente las escenas de acción y de tensión para después dinamitarlas con un gran final. Pero en el film se respira cierto aire de prepotencia, es como si nos vendieran la mejor película de ciencia ficción de la historia, cuando en realidad no deja de ser una obra simplemente decente. William Eubank debería darse cuenta que una ciencia ficción no es buena gracias a sus efectos visuales, sino que es en el desarrollo de un buen argumento y unos personajes potentes donde reside la clave del éxito.