The quiet ones, dirigida por John Pogue y en Sección Oficial, es una película que incluye todos los elementos indispensables para una buena película de terror. Pero la configuración de estos elementos la hemos visto muchas veces. El eje central de la obra es la posesión y lo demoniaco protagonizados por Jane, una paciente que es objeto de estudio. La rodean una serie de personajes muy estereotipados: el profesor chiflado, la alumna sexy, el alumno sexy y el alumno empollón e incomprendido que hará el papel de intelectual protagonista. Todos ellos investigan y analizan a Jane con la intención de encontrar una cura o tratamiento científico que solucione el problema.
Es importantes que los directores de cine sean conscientes que todo está inventado y las grandes obras audiovisuales y narrativas son originales porque convivan una serie de elementos ya creados de una manera única y original. Eso separa una buena película de una película cualquiera. Y The quiet ones no parece que sea consciente de ello. La obra tiene muchos temas y tópicos del genero: desde los personajes, pasando por la trama hasta llegar a la propia dirección, que incluye cámara subjetiva al estilo REC. El otro gran problema de la película es su incapacidad para crear una trama de intriga que genere tensión en el espectador. Muchos cineastas se olvidan de que la tensión es el principal generador de terror y los sustos y las sorpresas si no van acompañadas de angustia están vacías de significado.
De todos modos The quiet ones se deja ver y tiene sus puntos interesantes y de entretenimiento. Esperemos que las siguientes obras de la resucitada Hammer Films (productora de la película) mejoren y nos hagan disfrutar como en su día lo hicieron.
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