No han pasado prácticamente ni dos días de festival y yo ya tengo película favorita, a la espera de que en los próximos días otra obra ocupe este lugar. Pese a no estar en sección oficial, In order of disappearance, la nueva película de Hans Petter Moland (recomiendo mucho su primer film, Zero Kelvin), es sin duda una de las mejores películas proyectadas en Sitges. Una obra que hibrida géneros de forma sutil y efectiva, y desarrolla una historia potente que dibuja un retrato de la mafia de Noruega.
Cuando uno acaba de ver el film se pregunta: ¿Esto es una película de gángsters? ¿Es una comedia? ¿Una obra dramática? ¿O un western? Es imposible etiquetar la película con un género concreto, y si alguien se atreve, no acertará al 100%. La película empieza mostrándonos la vida de Nils, elegido ciudadano del año en su pueblo por su trabajo como quitanieves. Pasados pocos minutos de metraje, Nils y su mujer reciben la notica de que su hijo está muerto. Pero Nils, interpretado por Stellan Skarsgård, no acepta que la causa de la muerte de su hijo sea una sobredosis. Convencido de que le han asesinado, Nils se convierte en una mezcla de Gary Copper en Solo ante el peligro y Uma Thurman en Kill Bill, al emprender el plan de asesinar a todas las personas que han tenido algo que ver con la muerte de su hijo. Pero lo que parecía una obra de único protagonista se acaba convirtiendo en una historia coral donde quedan representadas dos grandes familias mafiosas: la noruega y la serbia.
Lo más intrigante e interesaste de In order of disappearance es la incorporación del humor. El espectador se ríe constantemente ya que los personajes son retratados de forma patética y las situaciones más tensas acaban solucionándose con un gag estratégicamente desarrollado y ocultado bajo la trama «seria» de la película. El humor se ve sublimado después de cada una de las muchas muertes gratuitas y absurdas, cuando en la pantalla aparece el epitafio de la persona fallecida. A los paisajes nevados bellamente filmados se le suma el humor frío escandinavo, al que aunque no estemos muy acostumbrados, divertirá a todo el mundo.
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