¿Una nueva película de una pareja de policías? ¿Encima usando la sobada técnica de la cámara en mano y la grabación en vídeo? ¿Escrita y dirigida por el escritor de la excelente Día de entrenamiento? Pues sí. Y la sorpresa es que está muy bien.
Una pareja de policias. Sí, una patrulla de dos policías normales. Ni más valientes ni más listos que cualquiera. Dos buenos policías eso sí. Con sus luces y sus sombras. Ejemplares en algunos momentos e innecesariamente violentos en otros. Jóvenes e ilusionados. Uno joven con nueva novia y el otro casado con familia en camino. Y ambos intentando hacer de un barrio de Los Angeles un lugar algo mejor.
Cámara en mano y vídeo. Sí, pero sin descuidar que esto es una película, que no deben aburrirnos con la cotidianidad ni descuidar el aspecto visual. Una extraña belleza formal inunda todo el metraje. El formato y el estilo es un utensilio que no un látigo que castigue a la película.
Escrita y dirigida por David Ayer. Este señor pegó el pelotazo con Día de entrenamiento que no le dejaron dirigir porque nadie se fiaba de él aunque el libreto era excelente. Aquí realiza una acción parecida pero a la vez opuesta en cuanto al uso del tiempo: no queda claro pero la película nos cuenta años dentro de la relación de los dos policías y su entorno. Pero todo está realizado con un magnífico ritmo y buen hacer narrativo que en ningún momento resulta atropellado. Además Ayer no escatima en momentos ciertamente desagradables y violentos consiguiendo un acercamiento a la realidad muy interesante.
En conclusión, buen cine que, dentro de los lugares comunes que usa, resalta por la excelente labor de Jake Gyllenhaal y Michael Peña. Una película muy recomendable, seca y dura como debe ser la vida de los policías de Los Angeles. O al menos los de ciertos barrios.