Los diez primeros minutos de She Dies Tomorrow, flamante ganadora del Premio del Jurado Carnet Jove del Festival de Sitges a la mejor película, hacen presagiar lo peor. Los más sobados y manidos postulados del peor cine de autor hacen acto de presencia: tomas largas y estáticas desde sitios inexplicables y sin justificación narrativa alguna (a la altura de los pies, tras puertas como si de un acto voyeurista se tratara…), ausencia de gestos que presenten otras emociones en la interpretación de los actores que no sean la congoja, la tristeza, la depresión y la ansiedad, escasez de diálogos, música grandilocuente que subraya las emociones que transmiten las imágenes ya de por sí explícitas…
Uno asiste a estos primeros momentos con la ceja arqueada, pensando que, quizás, todo ello sea, efectivamente, una vuelta de tuerca, una parodia del cine indie y sus clichés, un ir más allá del mumblecore y abofetear de paso a sus acólitos. Y si, pero no también. Me explico.
Es evidente que las intenciones de Amy Seimetz pasan por tratar una línea que trate varios temas similares en contenido, como las crisis de ansiedad, los trastornos mentales como la hipocondria y el miedo existencial, ese horror cósmico que es inaprensible pero que, en el fondo, permanece y reside en todos nosotros. Y es evidente que quiere trazar puntos de fuga que se dirijan a la comedia con situaciones surrealistas o ridículas que inciten a la risa. Pero lo primero pesa demasiado en relación a lo segundo, creando un difícil equilibrio y un no saber exactamente con qué quiere quedarse. She Dies Tomorrow es, a la vez, cine mumblecore, película de terror, comedia absurda y alguna que otra cosa más que seguro se me ha pasado desapercibida ante tal batiburrillo de efectos tomados de aquí y allá.
La presencia de Adam Wingard en el reparto ya hizo saltar todas mis alarmas. Experto en mumblecore de cariz terrorífico (Una manera horrible de morir) o en pseudopelículas de horror posmoderno que, se supone, le sacaban los colores al género, poniéndolo patas arriba (Tú eres el siguiente) pero que quedaban en broma pesada, no me extrañó nada verlo aquí, al igual que a los productores de la cinta, el dúo Aaron Moorehead y Justin Benson (El infinito). Una especie de dream team del indie rarito que, sin duda, se cree mucho más inteligente de lo que es, vistos los resultados.
Es evidente que no todo es malo en esta cinta. Sus escasos 90 minutos pasan como un suspiro, a pesar de que la historia sea un corto estiradísimo, y tiene imágenes potentes, como la de la mujer nadando en una piscina manchada de sangre. Pero una colección de estampas que atrapan no es suficiente para ofrecer un producto sólido. She Dies Tomorrow es apreciable en un panorama invadido por refritos, secuelas, adaptaciones, su idea principal es más atractiva contada de viva voz que luego traducida en las imagenes de Seimetz pero termina por no convencer del todo. Quizás la realizadora atine más en su siguiente título y esto le haya servido de aprendizaje.Y hasta le vendría bien, quizás, cambiar de amigos para buscar la voz propia.