En nuestra cuarta crónica desde la Seminci de Valladolid, viajamos al Argel de los 90 con Papicha, a la Italia actual con el drama de los refugiados en Despite the Fog, lo nuevo de los belgas Jean Pierre y Luc Dardenne con El joven Ahmed y la Argentina rural en Hombres de piel dura.
Papicha, sueños de libertad (Mounia Meddour, 2019)
La Guerra Civil Argelina acontecida en los 90 sirve de fondo para la historia de Nedjma, una universitaria que aspira a ser diseñadora de moda. El inicio de la guerra provocará que el entorno de la joven se tambalee y se enfrente a la presión del Islam radicalizado. Mounia Meddour debuta en el largometraje con Papicha, una historia que conoce de primera mano ya que ella misma tuvo que huir de Argelia al recibir amenazas de muerte.
Papicha se inscribe dentro de una corriente de cine humanista y didáctico al que en la mayoría de las ocasiones cuesta ponerle pegas en lo temático: la represión sobre las mujeres en entornos hostiles vinculados a la religión ya estaba presente en Mustang, por mencionar una cinta reciente con la que está comparte intenciones. Más allá de la exposición de los hechos, Papicha desarrolla su historia de forma demasiado convencional, abusando de momentos musicales con intención expresiva, pero, sobre todo, aprovechando el carisma de su protagonista, Lyla Khoudri, que con buen ojo ha fichado con Wes Anderson para su próxima película.
Despite the Fog (Goran Pascaljevick, 2019)
El veterano director serbio Goran Pascaljevick viaja hasta Italia con una historia protagonizada por un niño de origen árabe que ha perdido a su familia en una patera. Una pareja italiana lo acogerá en su casa, sin tener muy claro qué hacer con él, provocando conflictos familiares a la vez que restaura heridas en la pareja.
El principal problema de Despite the Fog es que las buenas intenciones a la hora de presentar el drama de los niños refugiados en Italia se ahoga en la historia de la pareja, su descomposición y posterior restauración mediante una serie de tópicos más propios de una producción televisiva alemana. De hecho, su trazo grueso en la denuncia y sus formas funcionales pero inanes, acaban despeñando al que en otro tiempo fue uno de los grandes nombres de la Seminici.
El joven Ahmed (Jean-Pierre y Luc Dardenne, 2019)
Otros veteranos de la Semana Internacional de Cine de Valladolid son los hermanos Dardenne, que han paseado gran parte de sus películas por el festival castellano-leonés. En esta ocasión, los directores belgas traen El joven Ahmed, película que les valió el premio a la mejor dirección en el pasado Festival de Cannes. La obra se centra en las vicisitudes de un niño de 13 años que abraza el Islam más radicalizado gracias al imán de su mezquita con la consiguiente oposición de su familia y educadores.
Los Dardenne abordan la historia cuando el joven Ahmed ya se encuentra radicalizado y tiene que enfrentarse a sus acciones: los servicios sociales entran en juego, narrando el proceso que va desde la psicóloga a los intentos de asunción de sus errores. La película mantiene el estilo directo que ha caracterizado a lo directores belgas desde hacer más de 20 años: cámara nerviosa con apariencia documental que simplemente denota una falta de evolución en las formas. La película de los Dardenne no consigue ahondar en la psicología de su personaje, ya que desconocemos su pasado, y corre el peligro de ser malinterpretada: no hay evolución en el personaje de Ahmed y su redención está resuelta de forma algo chapucera; al final, la falta de esperanza se torna en rechazo hacia el personaje, con la peligrosidad que ello conlleva.
Hombres de piel dura (José Celestino Campusano, 2019)
Desde Argentina llega Hombres de piel dura, decimocuarto largometraje de José Celestino Campusano, una historia rural sobre un joven homosexual y los problemas que esto lee trae en un entorno hostil a ciertos comportamientos.
Campusano compone una película muy particular que podría haber funcionado como una parodia algo más explícita. En cambio, Hombres de piel dura hace gala de un feismo que puede ser estilo pero que en realidad provoca rechazo. Los antinaturales parlamentos de los personajes interpretados por actores mediocres, una trama folletinesca plagada de anécdotas intrascendentes y una cámara esquizofrénica que de repente sorprende con planos filmados con drones de forma totalmente extemporánea, hacen de Hombres de piel dura una obra tan marciana como fallida en sus intenciones: la representación de la homosexualidad se pude incluso considerar ofensiva al retratarlo todo con una sordidez innecesaria.
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