¡Qué bueno que llegaste, Bill Murray! La comedia americana por suerte no se ha olvidado de un actor que en los ochenta arrasó en la taquilla firmando auténticos clasicazos como Cazafantasmas o El Pelotón chiflado. Últimamente sus apariciones esporádicas se han concentrado en géneros muy diferentes como el drama de Lost in Translation, donde fue nominado al Oscar o films de menores presupuestos como Bienvenidos a Zombieland donde se autoparodia transformado en muerto viviente. Hasta que le veamos en la futura producción Disney sobre El Libro de la selva tendremos que conformarnos con Rock the kasbah, en un papel de viejo rockero en formas, vestuario y lenguaje que viaja hasta una Afganistán en guerra representando como manager primero a una poco profesional cantante norteamericana de nombre desconocido para el gran público y después a una emergente estrella de origen pastún que exhibe sus dotes de canto escondida de su padre y de sus vecinos en una cueva solitaria.
Todas las aventuras que le suceden tienen como marco el desierto y la ciudad de Kabul. Allí será disparado, perseguido y conducido finalmente junto a Salima a quien ve como una joven prodigio que debe ser pulida y exhibida para el deleite de sus compatriotas en un exitoso concurso a la manera de nuestro Operación Triunfo o del famoso American Idol estadounidense. Esta Audrey Hepburn no necesita como en My Fair Lady modificar su dicción o su voz, Bill Murray no será un profesor sino un mero intermediario entre el artista y los espectadores del programa que ven en ella no solo a una mujer con una voz y un talento portentoso sino un adalid en su lucha en contra de una sociedad machista que no deja participar al género femenino en espacios de este tipo ocultando joyas en bruto.
Junto al maduro actor recorren las dunas y los muros destruidos de la ciudad otros norteamericanos que han hecho de este país su lugar de residencia trabajando o trapicheando con personajes de buena o mala calaña. Un Bruce Willis que se dedica a transportar armas y a la protección y traslado de seres humanos por un buen precio, dos maleantes que trafican con cualquier cosa, un taxista que hace las labores de traductor y una prostituta que pone en más de un aprieto a nuestro querido Bill.
La comedia más gamberra con escenas como la huida a tiros por las calles de Kabul supera a los momentos dramáticos que los hay con mensaje reivindicativo en defensa de la mujer y la superioridad de la nacionalidad americana capaz de descubrir lo que antes nadie allí había visto. Por desgracia no llegan a levantar a un film que se queda cojo en muchas cuestiones y que parece emplazarnos a ver su DVD y sus escenas extendidas o eliminadas. Demasiadas preguntas que quedan sin respuesta ¿ Qué pasó en la aldea defendida a lo Alamo? ¿A dónde se fue Zooey Deschanel cuando abandonó a su gurú musical? ¿Qué fue de la historia de amor entre Bill Murray y Kate Hudson? Esta vez ni las buenas canciones de rock escuchadas en el film son suficientes para subir su nivel.
Aunque la horda de seguidores del icónico actor digan lo contrario Barry Levinson debería haberle sacado mayor provecho a su estrella. Si fue capaz de hacer brillar a Tom cruise en Rain Man, al menos esperamos algo similar con el gran Bill, no solo vueltas sin sentido tras una explosión o un concierto improvisado con instrumento afgano. Ni fu ni fá.