En segundo lugar, destaca el ritmo de la película. Y es que, en el fondo, el secreto de una buena comedia es el ritmo. Que no es contar las cosas atropelladamente, sino de forma armónica. En “The hangover” los sucesos ocurren a una velocidad endiablada, pero nunca perdemos la perspectiva de lo que se nos está contando. Por último, el carisma de los actores. No puedes despegar los ojos del guapísimo Bradley Cooper, el sinvergüenza padre de familia. El tierno patetismo de Ed Helms y su diente roto nos cautiva desde el principio. Pero el rey de la fiesta es Zach Galifanakis; este hombre a una barba pegada coge su personaje bombón y lo eleva a categoría de mítico. El pozo de sorpresas es constante: no sabemos si es un enfermo, un retardado, o ambas cosas al mismo tiempo.
Pero lo que eleva aun más la categoría de The hangover, de película simplemente graciosa, a película importante es su reflexión sobre la madurez sin ningún atisbo de moralina. Los protagonistas son unos treintañeros que se comportan como adolescentes, pero en ningún momento se condena su comportamiento. Es la generación de los treintaytantos, a la que se nos exige que nos comportemos como adultos responsables. Pero una cosa no quita la otra. El hecho de que nos comprometamos, que seamos padres de familia, no tiene por qué impedir que nos lo pasemos bien, que nos emborrachemos, que desfasemos. Siempre nos quedará la opción de ver las fotos y después borrarlas.
Resacón en Las Vegas se emite esta noche en La Sexta a las 22:25
4 comments
La veré, que no la había visto todavía 😀
Y ESPERO QUE ME GUSTE!