Red State, ¿Estás ahí, Kevin?

Dos veces en mi vida fueron en las que, al leer un «Written and Directed by Kevin Smith», no me lo creí bajo ningún concepto. La primera vez fue hace muchos años, con el fiasco de Jersey Girl, y la segunda fue en Sitges cuando vi Red State.

Antes de empezar con la crítica, debo decir que soy uno de esos defensores a ultranza de Kevin Smith. Mucha gente dirá que últimamente está de capa caída, que lleva años dirigiendo mierda. Normalmente, cuando alguien me dice eso, le tiro mi DVD de Clerks II en la cabeza. Bien es verdad que después de terminar la saga de View Askew (Clerks‘, ‘Mallrats‘, ‘Chasing Amy‘, ‘Dogma‘, ‘Jay & Silent Bob Strike Back) tuvo un bajón considerable con ‘Jersey Girl’, pero ese fue su único tropezón importante.

En ‘Clerks II’ vimos que Smith seguía en perfecta forma, recuperando a sus personajes de siempre y dándoles un final de lo más digno y emotivo por momentos (y jodidamente divertido también, para qué engañarnos). Zack & Miri Make a Porno es cierto que no fue una de sus mejores películas, pero no dejaba de ser una comedia romántica de lo más entretenida y con algún momento glorioso (el timón holandés), por lo que la pondría al mismo nivel que cualquier producción de Apatow. Cop Out no cuenta, ya que fue una película de encargo que ni siquiera escribió él.

Por lo tanto, cuando anunció ‘Red State’ el hype se me comió vivo. ¿Una película de terror dirigida por Kevin Smith? ¿Qué podía salir de ahí? En el peor de los casos, no dejaría de ser algo curioso. Los primeros avances (contando los pósters) me dejaron bastante indiferente, pero una vez vista la película sólo puedo decir una cosa: El que me vuelva a decir que Smith está en horas bajas se va a llevar un mordisco en el ojo.

Lo primero que llama la atención de ‘Red State’ es que visualmente no tiene absolutamente nada que ver con lo que nos tiene acostumbrados el director. No existe ni una sola cámara estática en toda la película. El movimiento es constante y frenético, incluso mareante por momentos. El montaje también es muy ágil y las escenas de acción están sorprendentemente bien rodadas. Aquí, el cambio de registro le ha sentado de coña a Smith.

Entrando en el argumento, la película tiene tres partes claramente diferenciadas: Los primeros diez minutos son una especie de comedieta adolescente, por momentos pareciendo un episodio de The Inbetweeners descafeinado. Después de la presentación, se convierte en una suerte de thriller psicológico que en manos de cualquier Eli Roth de turno habría caído en el torture-porn barato, pero al final se queda en algo bastante más light (y elegante) de lo habitual. El último tercio, y sin duda mi favorito, convierte la película en un estallido de disparos y violencia gratuita que se agradece bastante.

El principal problema que le veo a la película es que está totalmente falta de personalidad. No se vislumbra el ‘toque Smith’ en prácticamente ninguna escena (quizá sólo en los cinco últimos minutos). Ni rastro de sus geniales diálogos. Lo más cruel que puedo decir es que podría confundir esta película con la de un Uwe Boll competente. No digo que se pase la película haciendo chistes de pollas, ni siquiera pedía una distancia irónica, pero sí que le pedía unos diálogos a la altura. Y hay muy poquitos.

Los personajes son, por desgracia, totalmente planos y por si fuera poco tienen un desarrollo nulo (y viniendo del tipo que logró inundarme en lágrimas con ‘Chasing Amy’, tiene delito). Salvaría de la quema a Michael Parks y Melissa Leo, que están inmensos y realmente aterradores. Pero el simple hecho de tener desaprovechado a John Goodman en una película, lo siento, es peregrino. El resto del reparto hace lo que puede, pero tampoco desentona mucho (Smith nos ha vuelto a colar por la fuerza a su mujer, y estoy empezando a cogerle asco a marchas muy forzadas).

Sin embargo, es una película muy buena y disfrutable (no en vano ha sido la ganadora del Festival de Sitges) y hay que reconocerle a Smith el mérito de haber salido tan airoso de esta pequeña prueba de fuego. Podría haberse quedado en lo fácil, haber hecho un torture-porn cutre con el pretexto de meterse con la iglesia y los fundamentalistas cristianos; pero en cambio nos ha dado una película más variada (hasta el punto de parecer tres películas en una), donde se ha metido con todo y con todos (mete caña tanto a los fundamentalistas como al gobierno).

Bien es verdad que se podría haber arriesgado algo más o haberse tomado la molestia de desarrollar un poco a sus personajes, o dejarnos algún diálogo de los suyos para la posteridad, pero lo cierto es que la cinta lleva un ritmo tan endiablado que no se permite respiro alguno. La sensación final es satisfactoria, es imposible no sonreír con la última frase del filme, pero sí que después de verla te queda una sensación de vacío importante.

Lo mejor: Kevin Smith sigue en forma y arriesgando. Michael Parks y Melissa Leo. Su ritmo. Las escenas de acción. Los cinco minutos finales.

Lo peor: Personajes desdibujados (lo de John Goodman es imperdonable). Total ausencia de personalidad en todo el metraje.

Nota: 7.

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