Reconozco que me llamó mucho la atención de Project X cuando vi el trailer. Reconozco que me siguen gustando las películas de humor adolescentes y esta parecía una muy buena vuelta de tuerca a lo que habíamos visto por ejemplo en Supersalidos. Además, el hecho de que estuviera producida por Todd Phillips, me pareció algo bastante interesante.
Project X es una fiesta. Pero no es una fiesta normal, es la mejor fiesta que cualquier persona podría imaginar. Project X es la fiesta a la que todos nosotros nos gustaría asistir y con la que soñamos cuando acudimos a una.
¿Hay algo más allá de la fiesta? No. Si alguien ve Project X esperando encontrarse un argumento, una trama o algo parecido lo estará haciendo mal. Trama hay, pero muy superficial y realmente nos importa más bien poco.
La película tiene un inicio algo aburrido, una especie de siesta como la que cualquiera se pegaría antes de asistir a una fiesta de las buenas, un letargo necesario. Una vez que pasamos ese inicio, esa introducción empieza toda la locura.
Muy destacable en Project X la forma en la que está rodada. Pese a lo que he dicho en más de una ocasión en este blog sobre la cámara en primera persona aquí es un recurso muy acertado y no marea en ningún momento. Todo un acierto.
Además, la forma en la que está rodada la fiesta me ha parecido una delicia, con esos toques artísticos que recuerdan a esos sets de fotos que uno encuentra en los blogs de hipsters neoyorkinos y en la que uno podría encontrarse a Terry Richardson.
La película es muy recomendable si queréis pasarlo bien y si estáis dispuestos a pasar una hora y media viendo como se va desatando la locura sin un argumento.
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