Daniel Guzmán, debuta en la dirección cinematográfica, la del largometraje, con A cambio de nada, película que va en la línea de su cortometraje más premiado, Sueños, dónde la vida se hace demasiado dura, y madura, para unos adolescentes marginales, aunque el uso de esta palabra le viene grande, que buscan una vida mejor fuera del barrio.
A cambio de nada está bien, es una película entretenida y que pasará de puntillas precisamente por su sencillez y por el tema que trata: la delincuencia juvenil; algo candente en 2005, cuando el fenómeno ‘cani’ surge en nuestra sociedad, retratándose en 7 vírgenes de Alberto Rodríguez, pero no puede ser el eje central de tu película cuando un adolescente está más interesado en guindar ropa para pijos de un Corte Inglés, o robar una moto para quitarle el número de serie, antes que robar un móvil en la calle.
Es precisamente en su inocencia a la hora de tratar ciertos temas, lo que la pierde, pasando de un supuesto drama social, a una comedia social, dando como resultado la segunda parte, o tercera, de Barrio de León de Aranoa; y claro, su moraleja final, ‘el no es malo, solo busca su lugar en el mundo’, tampoco ayuda.