Ron Howard, conocido por la trilogía de Robert Langdon, a veces decide pasarse al documental dando a conocer biopics de cantantes o grupos famosos como los Beatles. En esta ocasión con Pavarotti, le ha tocado al tenor modenés, protagonista absoluto de esta ópera cuasi perfecta cantada, no a capella, por el director estadounidense que se esmera en no aburrir al personal con muchos datos biográficos prefiriendo el deleite de una de las voces más impresionantes que ha dado este mundo.
Ante todo estamos con un reconocimiento de los logros alcanzados por el hombre que una vez fue estrella internacional, un invitado de lujo en conciertos de pop y rock y colaborador de causas benéficas junto a otros grandes fenómenos de la música como Bono, líder de U2. A través de sus apariciones en óperas famosas de Puccini o Donizetti o en estadios de fútbol junto a sus amigos José Carreras y Plácido Domingo, se forjó una leyenda que aún hoy en día pervive.
Su vida familiar, con ex esposa y tres hijas y nueva mujer a la que llevaba treinta y cinco años estuvo salpicada de malas experiencias e infidelidad finalizando en un distanciamiento y ruptura con el pasado. El perdón llegó con el arrepentimiento que ahora sale a la luz con unos vídeos caseros aportados por su viuda Nicoletta Mantovani y unas declaraciones en entrevistas para la realización de este documental.
Ron Howard ha hecho un trabajo de investigación muy exhaustivo buscando dar a conocer una verdad que siempre se transmitió a medias, una versión de la historia real apoyada en comentarios a la cámara por parte de su familia, amistades y todo aquel que tuvo un contacto cercano con él.
¡Esto es un no parar! No hay tiempo para el descanso, si acaso el gusto y regusto por unas actuaciones magistrales de este devorador de la comida italiana y enamorado de la música clásica que vio a su padre y lo imitó, creció a lo alto y a lo ancho y cayó a lo más bajo cuando el escándalo salpicó y manchó de salsa de tomate su impoluto smoking. Yo que soy un lego en la materia de la ópera también me he emocionado con las arias cantadas, con esa voz prodigiosa que una vez cuidó y protegió y que un seis de septiembre del 2007 en su casa de Módena murió en compañía de su esposa y su hija a la que amaba en vida y con la que compartió grandes e íntimos momentos.
¡Sí, es verdad! Luciano Pavarotti fue un ángel o un demonio para algunos que se atrevieron a cuestionar sus maneras pero no tanto su profesionalidad, una moralidad criticada en su propio país que no entendía como este héroe sin capa y embajador del país en el mundo entero, traicionaba sus principios más rectos y conservadores. Firmas y autógrafos que valían menos, acusaciones vertidas en los medios que desacreditaban sus palabras y un sin fin de menosprecios que bajaron al lodo al que antes glorificaban y subían a los altares como un dios en la Tierra.
El cáncer pancreático se llevó de la escena a alguien muy grande, un padre y esposo muy humano que cometió fallos, un genio optimista que devoró la vida a bocados y cantó su tragedia junto a sopranos de talla mundial que nunca estuvieron a su altura. Ron Howard celebra y ovaciona con un gran aplauso lo mejor de su repertorio escupiendo los pelos que tiene en la lengua con respeto y comprensión. El famoso vinagre tiene competencia en denominación de origen y como Pavarotti es balsámico en todas las ocasiones pero evita la retención de líquidos ¡el maestro ni lo pretende ni lo consigue! Italia debe honrar su patrimonio, Ron Howard lo hace hoy por ellos orgulloso de lo que no pudo ver en vivo pero que escuchó muchas veces. Pavarotti, el hombre, la voz y el agridulce sabor del éxito.
3 comments
Mmmm pinta bien
«Ron Howard, conocido por la trilogía de Robert Langdon…»
¿En serio?
Tremenda maldad, la verdad. ?