Con cierto retraso con respecto a su estreno internacional llega a España Passengers, todavía a tiempo para arañar un pellizco de la taquilla navideña. En un futuro lejano en el que los viajes interestelares para colonizar nuevos planetas son posibles, pero no tanto como para poder hacerlos dentro del espectro de duración de una vida humana, la nave Avalon transita el universo con la esperanza de llegar a uno de dichos mundos. Los espectadores nos incorporamos a esa historia en el momento en que un suceso inesperado origina que uno de los cinco mil colonos se despierte 90 años antes de llegar a su destino.
Siendo generosos, toda una vida…
Passengers es una historia de náufragos para un público al que ya no le intrigan las recónditas islas del Pacífico. Y en ese aspecto es de agradecer que, sin intentar vestirse de ciencia ficción dura (no estamos viendo Moon, Gravity o Marte (The Martian), sí se cuiden ciertos elementos, como la gravedad de la nave generada por módulos giratorios, que aportan verosimilitud (ya que no veracidad) y alguna más que probable nominación a los Oscar en las categorías técnicas.
Sin embargo, a pesar de lo que el tráiler induce a pensar, este entorno futurista es la excusa, no el motivo de la película. Mediante la extracción a un mundo futuro y lejano se consigue, además de una evidente economía de personajes, el aislamiento necesario para exponer a los personajes a la angustia y los dilemas éticos que se proponen. No es una película de catástrofes en el espacio. El problema es que tampoco es una película romántica centrada en los personajes. Intenta ser las dos. Y cae en su misma trampa.
Al tratar de combinar dos géneros de ritmos bien diferentes, Passengers no cumple con uno ni con otro, siendo demasiado lenta en la exposición y desarrollo de la amenaza, y precipitando el desenlace de las tensiones entre la pareja protagonista y la resolución de aquellos dilemas éticos que tuvieron tanto peso durante la primera hora.
Da la impresión, y más siendo estrenada durante las fiestas, de que su principal aspiración es ser la ganadora en cada una de esas luchas que tendrán frente a la taquilla las parejas de gustos irreconciliables. Aunque sólo sea para poder observar con deleite los avatares de la soberbia pareja protagonista, unos Jennifer Lawrence y Chris Pratt que sólo con aparecer en escena parecen capaces de salvar cualquier historia endeble.
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