En algún momento indeterminado el todo vale se ha impuesto en el cine europeo y en el nombre del arte nos estamos tragando una serie de zurullos que no van a ninguna parte y que con el tiempo no reivindicarán ni los más talibanes. No sé si queriendo rememorar a Krzysztof Kieślowski, Ulrich Seidl se ha montado su propia trilogía llamada Paraíso y formada por dos anteriores bloques llamados Amor y Fe, de los que ya dimos cuenta en su momento. Paraíso: Esperanza cierra esta serie con el protagonismo de la hija y sobrina de las protagonistas de las anteriores películas.
Si una se iba a África a ser tomada por hombres de color y la otra se divertía difundiendo la palabra de Dios por Austria, aquí vemos a una adolescente que es internada en una clínica de adelgazamiento y mientras que está allí le tirará los tejos a un médico. En una apoteosis de obviedad Seidl se dedica a mostrar los fofos cuerpos de los gorditos para que nos escandalicemos y nos echemos las manos a la cabeza. Es muy triste pensar que un señor que ya tiene una edad y una cierta madurez mental crea que con eso nos vamos a sentir incómodos.
Como sucedía en las anteriores películas el tema se salva en parte por la actuación de su protagonista, Melanie Lenz, que dota a su personaje de una agradable naturalidad y ternura con la que Seidl de todos modos no parece sentirse muy cómodo.
Lo más triste de todo es que este tipo de cine es el que aleja al público general de cierto cine intelectual mientras la masa culta aprieta mucho los ojos intentando averiguar qué es lo que Seidl ha intentado decir con tan magna trilogía. Y nuevamente caemos en el terreno de la obviedad porque, por mucho que no lo parezca, la Trilogía Paraíso nos traslada una visión uniforme y sin matices de la vida; una forma de ver al ser humano que no aporta nada porque no hay el más mínimo lugar a la reflexión y al intercambio de puntos de vista, la realidad es como Seidl la ve y no hay más que hablar. En conclusión, cine autoritario y totalmente alejado a lo que debe ser un arte útil y comprometido.
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Qué cosas ves.
Indagando en busca de lo sublime. Tranquilo que mañana veo Capitán Philips.