Aunque Normandía al desnudo se anuncie como “la nueva comedia del protagonista de Intocable» y se argumente que el director tiene tras de sí Molière en bicicleta –que no estaba mal, pero que tampoco era para tirar cohetes- y la mucho más floja Las chicas de la 6ª planta, esta propuesta de comedia reivindicativa deja mucho que desear.
Como en otras muchas ocasiones, el guion de Normandía al desnudo se apoya en una idea básica que, después, se adereza con subtramas y detalles para darle cuerpo a lo que, de por sí, resulta endeble. Esa idea es que los ganaderos y agricultores de la región, maltratados por los precios agrarios que apenas les permiten subsistir, se apropian de la iniciativa de un fotógrafo inglés que ha llegado para hacer una foto de gente desnuda en un paraje singular, a lo Spencer Tunick. La propuesta resulta provocadora en ese medio provinciano donde todos se conocen y el pudor está más a flor de piel, pero acaba por triunfar cuando el fotógrafo desiste y la foto pasa del (gratuito) ámbito artístico al (eficiente) ámbito reivindicativo.
Los aderezos son a veces bastante ramplones (el marido hiperceloso por el desnudo de la antigua Miss Calvados) y otras previsibles (historia de amor del hijo del fotógrafo que va a dejar el pueblo), aunque sean de agradecer las referencias a la II Guerra Mundial y el papel de Normandía en ella y, sobre todo, la figura del ejecutivo que decide vivir en el campo, sobreactuando con su defensa de la Naturaleza que termina con alergias que le obligan a volver a la ciudad. Pero, en conjunto, Normandía al desnudo es una comedia necesitada de mayor ritmo y enjundia en lo que cuenta.
SINOPSIS:
Los ganaderos de Mêle-sur-Sarthe, un pequeño pueblo de Normandía, se han visto afectados por la crisis agrícola. Su alcalde, Georges Balbuzard (François Cluzet), busca la manera de que su pueblo se haga oír para salvarle. Por casualidad, Blake Newman, un famoso fotógrafo especializado en desnudos en masa, pasa por la zona y Balbuzard ve la oportunidad de llamar la atención. Por delante le queda la difícil tarea de convencer a todo el pueblo para que se desnude… por una buena causa.