Parece que las cosas mejoran en las sesiones nocturnas del Nocturna Film Fest. Al menos las historias sorprenden más por su originalidad. The Curse of Sleeping Beauty es una rara y peculiar versión del cuento de los hermanos Grimm donde la aventura y el amor han dado paso a un terror hacía lo desconocido de la mano del director norteamericano Pearry Reginald Teo. Una propuesta curiosa que al menos da de que hablar.
Érase una vez un extraño pintor atormentado por un pasado cruel que comienza a sufrir terribles pesadillas que siempre acaban de la misma manera. Finalizan con un beso a una bella mujer dormida o atacado por un demonio que parece vigilar el sueño de la joven. Un día una inesperada herencia a manos de su tío, al cual no conoce, le pondrá en contacto con una mansión que parece acercarle aún más a su enamorada. En realidad este caserón, es la morada de una mujer llamada Briar Rose, víctima de una maldición que espera ser rescatada con el beso de su príncipe. Hasta ahí todo parece muy sencillo pero nada más lejos de la realidad. Thomas que así se llama el artista tendrá que sortear muchos obstáculos e inconvenientes antes de poder acceder al lecho donde descansa el cuerpo de la mujer. La casa no se lo va a poner fácil y menos el guardián que lo custodia, una especie de Djinn o entidad demoniaca llamado el Vigía del Tiempo.
En este cuento a todo se le ha dado una vuelta de tuerca, el príncipe parece estar enamorado de otra princesa más valiente, la bruja es un monstruoso ser sanguinolento que se pasa el tiempo hilando en una rueca, el rey y padre de la futura reina es un investigador parapsicólogo y los habitantes del palacio no están tan congelados como se cree, pueden moverse por la casa, en forma de maniquíes a voluntad.
En The Curse of Sleeping Beauty todo, absolutamente todo huele a Silent Hill no solo por los decorados oscuros, sucios y ruinosos sino por la estética en general. Todos los seres ciegos que parecen dormir en silencio en realidad esperan una visita deseada o no para demostrar su verdadera imagen y naturaleza.
Incluso los sueños, muy influenciados por La celda de Tarsem Singh, llevan al mundo de ese pueblo hechizado, sin niebla pero si con paisaje nevado. Colores muy vivos y maquillaje y vestuario que compiten con los que lucía en primer plano la buena de Jennifer López en ese film policiaco tan raro del año 2000. Me encanta como The Curse of Sleeping Beauty ha mezclado esas esculturas egipcias y esos monumentos en piedra de tradición oriental que dan idea de lo surrealista que son esos sueños que sufre Thomas, un hombre que ha perdido muchas cosas y que aún deberá dejarse algunas por el camino.
Clive Barker no ha participado directamente en el proyecto pero alguien podría decir lo contrario. A nadie podría extrañarle ver aparecer de improviso tres demonios cenobitas al lado del sepulcro a lo Blancanieves. Cadenas, cuero y metal esta vez no visten a los malos de la función. Una sorpresa final lo dará la vuelta a todo, tranquilos ni es el hacker gracioso de turno ni sale la caja de Lemarchand, esa es otra película y será contada en otra ocasión.