Partiendo de una idea original Patrice Leconte construye una historia amable que no peca en exceso de nada. Sin grandes alardes consigue entretener haciendo un sentido homenaje a aquellas piezas cortas que se representaban en el teatro y que eran una sátira de la sociedad de su tiempo. No molestar no es un entremés o un sainete pero lo parece.
La idea no es un prodigio de guión pero no obstante se resuelve de la mejor manera posible. Michel, un melómano empedernido disfruta con su colección de vinilos de grandes del jazz. Un día como otro cualquiera se topa con uno de esos tesoros musicales que a veces se encuentran sin querer en un mercadillo de barrio. Su primera intención es escucharlo en silencio y con tranquilidad en el salón de su hogar sin embargo lo que sucede a continuación es una serie de disparates e imprevistos no deseados que harán que jamás pueda disfrutar de su gran pasión.
El salón se convierte en el marco escénico por donde aparecerán distintos personajes entre ellos miembros de su familia como su mujer e hijo y otros con los que su relación es menos cercana como trabajadores contratados por él, su criada, su amante o vecinos molestos que no saben que lo son. A partir de ahí se sucederán una serie de situaciones rocambolescas que intentarán sacar una sonrisa en el espectador y que sin duda lo consiguen con la ley del mínimo esfuerzo. Algunos temas saldrán a la luz usando estas escenas como excusa. Es el caso de la inmigración, la infidelidad o las relaciones vecinales.
El ritmo de la película no decae en ningún momento y tan solo emborronan el conjunto del metraje unos giros y movimientos de cámara muy osados y bruscos que alocarán al espectador en su butaca. No molestar es un film de actuaciones que podría llevarse al teatro sin grandes dificultades en donde priman los diálogos y donde el protagonista se mueve como pez en el agua porque Christian Clavier es un maestro de la comedia como ya vimos por ejemplo en Dios mío ¿pero qué te hemos hecho? Ahora vuelve a conseguirlo destacando en esta película con sus expresiones faciales. Ayuda al objetivo final una correcta Rossy de Palma a la que este género también se le da bastante bien y a la que hacía tiempo que no veíamos prodigándose con cuentagotas en el cine estrenado en nuestro país.
Francia ha conseguido insuflar nuevos aires a la comedia con historias que enganchan desde el primer momento, que no cansan y que siempre suman y no restan al género que tiene que renovarse cada año. Siempre se ha dicho por parte de los actores y actrices que es más difícil hacer reír que llorar. No molestar lo consigue. Francia ¡Oh la la
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