Otros cuatro años se tomó Nicolas Winding Refn para levantar el que debía ser el proyecto que le lanzase al estrellato internacional, su debut en inglés con John Turturro como protagonista. Fear X se alejaba de los postulados sucios y nerviosos de sus dos anteriores películas para abrazar el thriller pesadillesco puro y duro.
Turturro interpreta a Harry Caine, un vigilante de seguridad en un centro comercial que ha perdido a su mujer en un asesinato sin resolver. Obsesionado con el tema comenzará a buscar pistas en cualquier lugar, hasta encontrar una fotografía de una mujer que podría estar relacionada con el caso.
Fear X bebe directamente de las fuentes del David Lynch de Terciopelo azul y Carretera perdida, pero extremando aun más si cabe el carácter abstracto de la trama. Refn está más interesado en la investigación, mediante un brillante uso de las pantallas y fotografías (digitales e impresas) para establecer un juego de puntos de vista donde comprobamos que la verdad no es una, sino una suma de estos modos de ver. Parando, rebobinando y repitiendo las imágenes que componen el relato, Fear X compone unas atmósferas que también recuerdan inevitablemente a otra película interpretada por Turturro, Barton Fink.
Nicolas Winding Refn echó el resto con Fear X y, a pesar de todos sus esfuerzos, estos no se vieron recompensados. Por un lado, su película acusaba demasiado las deudas con los referentes mencionados y, a pesar de ser un paso adelante en busca de una voz personal, aun existía un desfase entre intenciones y resultados; por otro, su empeño por dar a la película un carácter lisérgico y experimentador, con final anticlimático incluido, propició que los espectadores no conectasen con la propuesta. El fracaso comercial dio lugar así a un interesante documental, Gambler de Phie Ambo, que narraba los problemas de Winding Refn y su posterior solución: una deuda de cinco millones de coronas danesas, más de 600.000 €, que se pagarían con las dos secuelas de su película más exitosa hasta la fecha.
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