Me he dicho que no iba a escribir nada tras ver The Neon Demon, que lo mejor es dejar que la cosa se enfríe, como una relación de cinco años que se rompe. Luego he caído en que no conozco de nada a Nicolas Winding Refn – de hecho he tenido que mirar para escribirlo- que guardarse las cosas es malo y que no quiero acabar como Malcolm en aquel episodio en el que se callaba las cosas y acababa teniendo una úlcera que le llevaba a regurgitar sangre.
No creo en el cine ensayo – my bad total- ni en la catetada de disfrazar una película de crítica a la sociedad que nos impone un canon.
Perezote ergo sum
Básicamente eso podemos encontrar en The Neon Demon: la crítica onanística a lo mal que está el mundo de la moda, y por ende la sociedad en sí – cuánto mal ha hecho Black Mirror, qué pesados- siendo bastante curioso cómo l’auteur transforma un proyecto de final de carrera de la escuela de arte, en una película para una élite intelectual que se regocije en su propio amor propio al grito de ‘ hostitú, que esto lo he entendido’.
Pero ya se lo que me vais a decir, que la culpa es mía por pensar que esta no era otra típica película de Nicolas Winding Refn, que qué pasa conmigo y por qué voy de guays. La razón de esto último no lo sé, pero a las otras dos preguntas puedo defenderme con la consabida máxima que siempre va acompañando al cine de este tipo de auteurs:
‘O te gusta o no. Pero no te deja indiferente’
Y sí, como es algo que te gusta o no – como a esnifar pegamento o a beber lejía- la indiferencia nunca jamás será tolerada o admitida.
Esta Civil War que va unida a tan magno personaje, está cada vez agotando más la paciencia de aquellos adeptos a su causa – entre los que me encontraba, ojo a eso- ya que más allá del cineclub que promueve el genio danés, su estilo visual cada vez es menos novedoso quedando a la vista historias aburridas que pueden dejar de interesarte rápidamente.
Pero volvamos un poco atrás en este texto -escrito con ese tonillo canalla y abusando de los guiones explicativos, que tanto gusta en internet hoy día- yo era super de Nicolas Winding Refn, me hice super de suyo tras la ópera excesiva que supone Bronson, pero después de alcanzar las mieles del éxito con Drive y jugar con el desastre en Solo dios perdona, la caída estrepitosa que significa The Neon Demon solo me da para hacer una reflexión:
¿Cómo de rápido pasa lo nuevo? Nuestra sociedad, en la que todo tiene que ser inmediato, ¿ha fagocitado el cine de NWR, que logró atraer el mainstream a lo underground, para hacerlo desaparecer?
Supongo que si algún día Nicolas lee esta carta, podría sacar una nueva película de esto último. Si es que no lo ha hecho ya.
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