Cada vez más, las proyecciones en la muestra Syfy se parecen más a una proyección de The Rocky Horror Picture Show en la que, si no conoces los códigos internos, te vas a volver completamente tarumba. Hay que aplaudir a la luna, a las puertas cerrándose, gritar “Zoom” cuando hay un zoom, sisear todos juntos cuando alguien mande callar… El Syfy es una fiesta continua en la que, por suerte, existen dos salas en silencio en la que poder disfrutar de películas que, de otra manera, el público no te permitiría disfrutar. Es el caso de Dragged across concrete, que fue acaloradamente asesinada por el público en la sala que permite gritos y bien recibida por las otras dos.
Eso sí, hay cosas que, sinceramente, son insalvables.
‘Compulsión’ (*)
Se vende como “thriller psicológico” pero lo que da no es eso, sino una película muy lenta en la que un señor mata prostitutas hasta que es descubierto por su mujer. Un montón de situaciones absurdas y de personas caminando lentamente desaprovechando un espacio que debería haber sido un personaje más de la película no ayudan a que Compulsión quede en la memoria como algo más apasionante que ver secarse el gotelé en una pared. El cine español puede –y debe- hacerlo mejor, y la falta de presupuesto no es una excusa.
Es la primera película como director de Ángel González, y, de verdad, me encantará ver una segunda intentona en la que tenga un guión de hierro con el que finalmente se defina como creador más que con este filme previsible, sin gracia y con actores de segunda regional.
‘Prospect’ (**)
No empieza mal, definiendo bien su propio universo y tratando de manera inteligente la personalidad de los dos personajes protagonistas. Incluso tiene un primer giro en el que mantiene el interés. A partir de ahí y de la introducción de un nuevo personaje, se rompen los frenos y empieza a caer cuesta abajo hasta el pozo en el que ninguna película quiere caer: el olvido.
Nada más salir se lo comenté a un amigo: “La acabo de ver y no me acuerdo de nada”. Una ciencia ficción blandita que quiere estar vestida con preguntas sobre qué es la familia y qué estarías dispuesto a sacrificar por ella mientras sigue ampliando un lore que al principio del film es interesante y al final tedioso. Suspiré de alivio cuando aparecieron los títulos finales.
‘Dragged across concrete’ (*** ½)
No tengo nada claro si S. Craig Zahler es consciente del mundo en el que vivimos o, simplemente, le da igual. Esto es: no sé si con su última película, al igual que con Brawl in cell block 99 quiere criticar el machismo y el racismo exagerando las visiones de sus protagonistas o realmente cree lo que dice y la glorificación de los mismos, además de la crítica a la sociedad actual, es real. Las cosas, como son: poco importa.
Y es que durante sus dos horas y media, Zahler crea un puzzle a fuego lento (muy, muy lento: si habéis visto sus dos anteriores películas sabéis a lo que os enfrentáis) en el que te hace conocer a todas las piezas antes de volarlas por los aires, desafiando la convención del guión más básico. Mel Gibson y Vince Vaughn hacen un papel estupendo como policías corruptos y cretinos, y, si consigues entrar en su ritmo lento pero seguro plagado de conversaciones rudas, en su mundo de machos clásicos, en sus escenas de vigilancia, en su construcción de personajes y en su desafío hacia el cine en general, disfrutarás Dragged across concrete. Si no entras, te esperan dos horas y media tediosas. Muy, muy tediosas.
‘Nación salvaje’ (*** ½)
Hace bien poco sufrimos a los lloricas de Capitana Marvel, a los que no hace falta dar más pábulo. Bien, estos lloricas sufrirían mucho durante la proyección de Nación salvaje, una película que no podría haberse estrenado en otro año ni de otra manera y que, de hecho, confía en la sabiduría del espectador millennial para construir una historia sobre filtraciones online, machismo, feminismo, Internet, la privacidad, el send nudes y los loles.
Aunque durante su primer tercio parece más un Chicas malas de 2019, pronto se aclara todo: es un alegato feminista que, básicamente, grita al público femenino que no se quede callado ante las injusticias. Que no aguante más “menudo putón”. Que mandar nudes si te da la gana está bien. Que si alguien decide perseguir a una mujer por enviar fotos desnuda, merece un bate de béisbol impactando en su cabeza. Una película inclusiva (sin darse alardes por ello: por ejemplo, hay un personaje trans cuya vida no se basa en ser trans), hiperviolenta, gore y con rabia adolescente por cambiarlo todo que te contagia. Queremos más.
‘One cut of the dead’ (****)
Lo mejor es ir a ver One cut of the dead sin saber absolutamente nada de ella, porque viene dispuesta a sorprender con un canto de amor al cine (cutre, para más señas) al que es imposible no unirse. Una de las películas sobre cine más bonitas, divertidas y locas que existen. No me quiero extender mucho más porque cualquier cosa que escriba puede arruinar vuestra visión del filme.
Simplemente un consejo: no os la perdáis.