¿Qué tienen en común El secreto de la pirámide, Sherlock Holmes y Mr. Holmes? Los tres títulos hacen referencia a uno de los personajes más importantes de la novela policiaca de todos los tiempos. ¿Cuál es la diferencia? Cada uno se enmarca en una etapa de su vida diferente. Spielberg en los años 80 buscaba un público joven para sus películas y por ello nos presentaba a un Sherlock Holmes adolescente embarcado en su primera gran aventura y acompañado de su inseparable doctor Watson. Guy Ritchie por el contrario se decantaba por un detective ya maduro que comenzaba su personal cruzada contra el malvado profesor James Moriarty. El último de los ejemplos es este Mr. Holmes que nos ocupa dirigido por Bill Condon. Un largo que se aleja de la acción y aventura para mostrarnos a un senil Ian Mc Kellen, maravilloso en su interpretación, encarnando al detective en sus últimos años de vida cuando se ha retirado ya de la investigación. Recordemos que Bill Condon ya trabajó con este mismo actor en la maravillosa Dioses y monstruos de 1998. Temas como el Alzheimer, la soledad o la vejez son vehículo para el lucimiento de un hombre que no sorprende ya a nadie con su maestría ¡no solo por Gandalf y Magneto conocemos a este gran profesional!
Pese a que la investigación y el misterio vuelven a envolver un film que tiene a este personaje como protagonista, estos quedan apartados a un segundo plano cobrando mayor relevancia aspectos de tinte melodramático. Eso no quiere decir que Bill Condon se olvide de la esencia del detective, de hecho casi todo lo que le sucede en su vida tiene una explicación lógica basada en pruebas empíricas, fruto de su prodigiosa observación, pero prefiere concentrarse en sus relaciones con los demás y su próxima vejez. Utilizará el último caso del investigador y un viaje largo a Oriente, en este caso a Japón, en busca de una rara medicina natural, para presentarnos a un hombre más humano y menos idealizado, alejado de la imagen que de él se tenía, de hecho él mismo tira por tierra viejos tópicos como su gusto por fumar en pipa o el peculiar sombrero que se decía llevaba siempre. El amor que rara vez tocó su puerta y que le convertía sin duda alguna en alguien más vulnerable, aquí está representado en la foto que él mismo lleva de una hermosa mujer a la que conoció en el pasado. Esto le servirá también para no olvidar su vida anterior, una vida que parece escaparse del recuerdo, reducida a jirones incompletos ¡la enfermedad del Alzheimer no respeta a nadie ni siquiera a los más importantes hombres de nuestro tiempo!
La música no desentona para nada en el conjunto del film con una melodía suave y nada violenta que viene a certificar el tono tranquilo del mismo en armonía con los paisajes abiertos y solitarios de la campiña inglesa, en la cual se recoge nuestro amigo en sus últimos días en este mundo.
Quien espere encontrar una historia de acción policiaca saldrá decepcionado porque Mr. Holmes no es nada de eso. Echará de menos a malvados asesinos, a su querido Dr. Watson, al ama de llaves, la señora Hudson o al inspector Lestrade de Scotland Yard. En vez de eso le rodearán personajes menos novelescos y más realistas como la mujer que le cuida en su casa y un joven aprendiz de apicultor, una rara afición que no conocíamos de Sherlock Holmes. Ante nosotros tenemos una nueva visión de un héroe no anónimo de nuestra literatura ¡se agradece la fotografía de otra cara del diamante!
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