Noah Baumbach vuelve al cine de ficción tras Frances Ha, esa película que tanto nos gustó en Cine en Serio y que reivindicamos cada vez que podemos, y esta vuelta, aunque la cinta lleve más de un año estrenada en su país, es un aporte necesario a la vorágine de la ‘tablet’ y el ‘selfie’ en el que vivimos.
Del mismo modo que Judd Apatow, definió la entrada en la etapa adulta de unos jóvenes salidorros, en Mientras seamos jóvenes asistimos a la necesaria adaptación de los seres analógicos a la sociedad actual, o lo que es lo mismo, a cómo pasar de desapercibido si la brecha digital, y generacional, te ha pillado de lleno. Adaptarse o morir.
Pero que este rollo antropológico que sirve para dar empaque a este post no os engañe, ya que estamos ante una comedia de verdad, es decir, una película que apuesta por los gags visuales, como la escena de la cena y los móviles, y por ridiculizar a unos protagonistas, que al sacarlos de sus hábitats naturales, no saben muy bien a dónde dirigirse, y por un montaje bastante llamativo para ser ‘la típica película indie americana del mes de septiembre’.
Aparte de todo esto está Ben Stiller y, pausa dramática para digerir lo inverosímil de esta pareja, Naomi Watts; ambos encarnan a la perfección a esa parte de las personas adultas que la vida se le ha hecho demasiado grande porque estaba demasiado ensimismada en proyectos que no llevan a ningún lado.
Aunque es cierto que el personaje de Naomi Watts se diluye a medida que Ben Stiller va creciendo y comiéndoselos a casi todos los que plagan la cinta, exceptuando a Adam Driver que ha sabido hacerse fuerte en pantalla pese a esa cara de chico de la última fila en clase de gimnasia.
Me permito hacer un pequeño inciso antes del apoteosis final que embarca a esta crítica, y es para recomendarte que en un alarde inverosímil de tontería máxima, hagas una doble sesión de cine, visionando en primer lugar La vida secreta de Walter Mitty, ya que Mientras seamos jóvenes podría definirse como una segunda parte no autorizada.
En definitiva, la gracia de todo esto y que Baumbach pretende proponer, es que la monotonía y los #estoymuyocupado o #estoymuyreunido han hecho que versiones mejoradas, o simplemente más jóvenes y con más estilo, de nosotros mismo ocupen nuestro lugar y nos aparten a un lado, como si fuéramos ese frigorífico viejo que sigue funcionando bien, pero que la obsolescencia programa ha dicho que mejor abandonarlo en un descampado, a las afueras de la ciudad, por uno con un diseño más ‘bonito’.
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