Los 80 llegaban a su fin y Marvel había sido muy poco fructífera en esta década. El escaso interés en el cine de superhéroes por un lado y el incipiente desarrollo de los efectos digitales no hacían posible que los estudios confiasen grandes presupuestos a estas producciones. Tuvo que ser una productora australiana, New World Pictures, la que le metiese mano a El Castigador. Destacar que el hecho de que sea una producción australiana es bastante reseñable. Durante las décadas de los 70 y 80 existió un tipo de cine llamado Ozplotation que consistía en películas baratas llenas de violencia y sexo explícito. Si os interesa el tema os recomiendo que veáis el interesante documental Not Quite Hollywood.
Dolph Lundgren venía de sus grandes papeles en Rocky IV y He-Man y los Masters del Universo y el papel de Frank Castle iba a ser su consagración. Su técnica interpretativa se basó en poner cara de recién levantado todo el tiempo, ayudado por el maquillador que le ponía ojeras en todos los planos. Por su parte, Louis Gossett Jr. ya empezaba a arrastrarse por películas de serie B repitiendo una y otra vez su papel de negro cabreado de Oficial y Caballero. Eso si, la película era todo lo burra que se podría esperar del personaje aunque se pasase por el forro muchas de las motivaciones y orígenes del Castigador de los cómics.
La película tuvo un estreno desigual y en Estados Unidos fue directamente a vídeo, debido a los problemas financiero de su productora. Disfrutable si sólo queremos ver un pim-pam-pum de tiros y bestialidades. The Punisher es un producto típicamente ochentero hijo de las películas de venganza de Charles Bronson con un toque amoral de lo más agradecido pero de escaso fuste cinematográfico.
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