Marisa (Patricia Jordá) es una escritora de teatro independiente que está atravesando una crisis vital: no tiene trabajo fijo, no tiene novio… y ya ha pasado ese momento de su vida en que puede decir que tiene 30 años sin mentir. Sus amigos Salvador y Mina (Mauricio Bautista y Aida de la Cruz) acaban de romper y ella se volcará en conseguir que Mina salga del agujero en el que está metida. A partir de ese momento Marisa iniciará un viaje por el Madrid más alternativo para encontrarse con multitud de amigos y de personajes dispares: con Alberto, el terapeuta que limpia los chakras; con Esmeralda (Carmen Mayordomo), una transexual experta en arte; y especialmente con la aparición de la maga Lola Kentucky (interpretada magistralmente por Resu Morales).
La crisis de los treintañeros parece un tema que obsesione a la cinematografía española actual (¿quizá porque la atraviesan esos mismos directores y guionistas?), pero la comedia generacional ya la tuvimos en Requisitos para ser una persona normal de Leticia Dolera y la versión más dramática acaba de estrenarse en los cines con Les distàncies de Elena Trapé. ¿Y eso dónde deja a Marisa en los bosques? En un quiero y no puedo de su director y también guionista, obsesionado en incrustar referencias pop (la Rockdelux, un single plateado de Sonic Youth, la primera edición en vinilo del disco homónimo de Vainica Doble, “Viaje a los sueños polares” de Family cantada a capela… y banda sonora a cargo de Musergo) y -según él mismo escribe- a intentar emular en su opera prima las de Godard, Leos Carax, Jim Jarmusch, Harmony Korine y, por supuesto, Almodóvar. Casi nada.
Aunque las intenciones son buenas, por desgracia el viaje de Marisa en los bosques en busca de respuestas resulta mucho menos interesante de lo que Morales nos quiere hacer creer, a pesar del buen hacer de la actriz Patricia Jordá.
No obstante la cinta tiene varios logros: varias de las escenas son realmente divertidas y con diálogos bien hecho y además la construcción de los personajes es muy sólida y con un guiño muy claro al mundo de la noche almodovariano con los secundarios, pero que va más allá del mero guiño.
Con todo, Marisa en los bosques, primera película de Morales, se queda casi-casi en un ejercicio escolar en el que 147 mecenas han tenido a bien patrocinar en un crowdfunding, una rara avis demasiado alternativa para entrar en el circuito comercial y que ha sido rodada con solo 28000€ (una auténtica miseria para las cifras que se manejan en el cine) por lo que quizá con un mayor presupuesto el director hubiera sido capaz de rodar algo mejor. Quizá para su próxima película sí sea capaz de contar con más recursos y conseguir además pulir aquellas cosas que no han acabado de funcionar en esta.