Luces de París empieza con un concurso de ganadería donde la pareja protagonista está lavando y peinando a su vaca. Ella quiere ponerle a la vaca una tiara pero él quiere presentarla como siempre, sin ninguna corona. Ella intenta hacerle una foto a él pero no sabe cómo funciona la cámara de fotos, unas personas del público se la encienden y finalmente consigue hacer varias fotos (todas borrosas como él le reprochará después). Al final, los jueces eligen a su vaca como la ganadora, pero ellos no parecen realmente sorprendidos. Se hacen la foto juntos, ella con la tiara en la cabeza y él con su sombrero.
Así comienza Luces de París, un drama francés con toques de comedia que nos muestra la vida de una pareja de ganaderos que deben lidiar con el día a día y el paso del tiempo. Mientras que él parece estar cómodo con su vida en el medio rural y con la tranquilidad del campo; ella no lleva bien la monotonía y la rutina diaria de Normandía. Ella quiere pasar unos días en París pero él cree que dos días son demasiados.
Luces de París, siguiendo la ideología de la comedia romántica, y centrándose prácticamente en el matrimonio, trata otros temas secundarios bastante cercanos a la realidad del espectador como son la familia, la inmigración, la infidelidad o la rutina, que ayudarán a que nos adentremos más fácilmente en la historia. Entendiendo así secuencias como la de la comida, en donde ella se decide a comprar tofu pero él prefiere el cordero de siempre.
Con un ritmo calmado y un guión predecible, Luces de París nos da la oportunidad de ponernos en el lugar de ambas partes: por un lado y en mayor medida vivimos la historia desde la perspectiva de Brigitte (Isabelle Huppert), con la que caminamos más travesía, pero por otro, también podemos sentir y experimentar lo que le ocurre a Xavier (Jean-Pierre Darroussin). Es así como vemos lo diferentes que son ambos pero lo bien que han sabido convivir todo este tiempo. Es esa química que tiene la pareja protagonista unida al realismo de la historia, con sus continuos toques de humor que se entremezclan con el drama, lo que hace que disfrutemos viéndola, y lo que a su vez nos recuerda que a veces nos olvidamos de cuidar lo que tenemos cerca, y que, puede que no fuese tan malo ponerle una tiara a la vaca al fin y al cabo.