Los viajes en el tiempo dan mucho de sí y sino que se lo digan a Jean Reno o Christian Clavier, quienes compiten en gracias y maneras en la nueva comedia francesa de Jean-Marie Poiré. Han tenido que pasar dieciocho años para ver la tercera película, hecha en Francia, sobre estos graciosos turistas temporales nacidos y criados en la Edad Media. Algo excesivo ¿no? En Los visitantes la lían un nuevo viaje los lleva al pasado, haciéndoles vivir los días más oscuros y terribles de la Revolución Francesa a finales del siglo XVIII. Un periodo histórico que se caracterizó por la encarnizada lucha que se pudo ver en las calles y la persecución de la nobleza y personajes de la corte, algunos con un destino cruel bajo la afilada cuchilla de la guillotina. Se han cambiado los papeles. La familia del señor Godofredo de Miramonte en esos años no tiene el poder ni la fuerza del pasado y en cambio los Delcojón gozan de una posición superior. Esto hace que los dos hombres tengan que variar su comportamiento ante los distintos personajes que se interponen en su camino, algunos de mucha importancia como Robespierre o Marat ¡atención a la gestación de la escena en la bañera pintada después por Jacques-Louis David! La intención es regresar a su tiempo, donde este Don Quijote y Sancho Panza medievales, volverían a ocupar su lugar y posición. Para que esto ocurra antes deberán sortear unos cuantos peligros y vivir algunas aventuras algo aburridas para mi gusto.
Los visitantes la lían recrea magníficamente el clima crispado que se vivía en Francia durante el conflicto además de copiar con grandes resultados el vestuario de la época y unos escenarios con mobiliario que pasó de unas manos a otras o que se dejó olvidado en las mansiones de los huidos nobles. Una ambientación de campanillas que no se corresponde con otros aspectos que tienen que ver con el guion fallando en otras cosas como el exceso de diálogo, ejemplificado en un vocabulario malsonante y la excesiva importancia que se le da a la broma escatológica de la que abusa el bueno de Christian Clavier.
No me convence eso de cambiarles la ropa y pelucas a los actores y actrices según el siglo en el que se encuentren pues da la sensación de quererse ahorrar unos euros con el reparto, algo con cierto tufillo cutre a lo Ozores y compañía. Si me ponen a unas cuantas mujeres ligeritas de ropa ¡me lo creo! Los únicos que parecen pasar de todo eso son los protagonistas que siguen con sus viejos usos y costumbres o bárbaros comportamientos en nada refinados como comerse un queso rancio con gusanos, un manjar en la Edad Media para los escuderos.
Se entiende que en Francia Los visitantes la lían pasara de puntillas por la cartelera y se llevara un batacazo de mil demonios. Lo que funcionó en los 90 con las dos primeras películas ahora ya aburre. Un ritmo lento con multitud de personajes secundarios que van de un lado a otro como pollos sin cabeza no es lo que más le conviene a este film. La fórmula ya no entretiene y parece haberse quemado y lo peor no es eso sino que el final abierto vuelve a anticipar una nueva secuela que no creo que tarde mucho en publicitarse. Así que preveo un futuro muy negro a esta saga que debía haberse ya finiquitado. La idea de la que parte no es mala. Confrontar a dos visitantes del pasado que han conocido el futuro con una política y sociedad francesa que está cambiando, modernizando y atacando todo aquello que simboliza la superioridad de la aristocracia, suena interesante.
Por desgracia no es algo que parezca interesar a la directora quien solo en algunas ocasiones se deja poseer por el espíritu crítico de una época plagada de intelectualismo inteligente. En vez de eso ataca con chistes con poca gracia y de fácil olvido. Históricamente hablando Los visitantes la lían es bastante aceptable, como película de género se lleva un suspenso ¡Jean Reno y Christian Clavier se merecen algo mejor y nosotros también!