Después de ver una película como esta uno sale con una sonrisa de oreja a oreja pensando que el mundo es maravilloso y que la bondad humana no tiene límites. O los tres o ninguno es un cuento real escrito y vivido por y para todos que tiene como protagonista una familia iraní que por causas políticas tuvo que emigrar a Francia haciendo de París su nuevo hogar. El director Kheiron, este nombre es artístico, cuenta al mundo su propia historia comenzando con la infancia de su padre allá en una aldea al sur de Irán, su larga estancia en la cárcel por desavenencias con el shah del país, siguiendo con el primer encuentro y enamoramiento de sus padres, la posterior boda y nacimiento de su hijo, el propio Kheiron y acabando con la huida en este caso no a Egipto sino al país que acabó por acogerlos, un exilio forzado a través de unas montañas muy traicioneras que dejó secuelas en las posaderas de los fugados. La comedia blanca y el anecdotario están presentes en todos estos momentos, un álbum de fotos muy personal y original llamado vida. Conoceremos muy bien al ramillete de amistades y familiares que formaron parte de la cotidianidad tanto de Hibat, atención a su hermano y su manía con robar solo prendas de vestir, como de Feresteh, una mujer de armas tomar que jamás cuestionó y siempre apoyó a su marido en su lucha contra la injusticia tanto en su país natal como luego en Francia ¡Quedarán para el recuerdo las manifestaciones a pie de calle en contra del régimen del ayatolá Jomeini!
He dicho que O los tres o ninguno un canto a la bondad y he dicho bien. El film deja atrás esos tiempos revolucionarios para relatar en su última parte todo aquello que aconteció a los tres en la capital francesa con unos primeros meses de adaptación plagados de dificultades sin la posible ayuda que pudieran proporcionarles los suyos. Fue entonces cuando el matrimonio se hizo grande. En vez de hundirse peleó por lo suyo y se ganó el derecho a vivir allí. No solo eso, ayudó a los demás en lo que mejor sabían hacer, él como abogado y ella como enfermera asesorando y educando en la sexualidad a todas aquellas mujeres inmigrantes que como ella estaban allí después de abandonar su país.
Sus ganas de prosperar y el deseo de hacer un bien social contribuyeron a que en uno de los barrios más marginales y problemáticos se creara un centro cultural tiempo después se ha hecho famoso en París. Gracias al apoyo de algunos políticos y a la participación ciudadana se ha conseguido que todos allí vivan en paz y armonía ayudándose y uniéndose en todo aquello que sea necesario fomentándose la integración de los más desfavorecidos y de los últimos en llegar.
El humor se come al drama con patatas cuando las cosas se ponen más feas. Eso no significa que no sintamos ganas a veces de soltar una lagrimita pero el tono cómico animoso que se usa minimiza la pena que podamos tener, se nota que Kheiron además de dominar campos tan diferentes como el rap o el monólogo también parece que tiene mucho que decir en el cine con esta su ópera prima que recibió una nominación el año pasado a los premios Cesar.
Para que no caigamos en la confusión de que todo puede haber sido inventado, el director nos muestra al final fotografías con el aspecto real de los personajes más relevantes y la imagen de algunos lugares y hechos concretos junto con el correspondiente cinematográfico.
O los tres o ninguno no es una película política aunque se hable de ella, no es una comedia romántica aunque el amor se respire por todas partes, tampoco es un drama social aunque lo muestre sin tapujos, es un homenaje a todos aquellos que intentan hacer más fácil y feliz la vida de los demás ¡Yo a estos si quiero tenerlos cerca!