Da gusto tener una niña de cuatro años para poder ir a ver Los Pitufos sin problema de que te miren raro. Porque reconozcamos que queda raro que un tío hecho, derecho y con barbas entre a una sala repleta de niños si no va acompañado de otro tierno infante. Además con los calores veraniegos se agradece meterse en un cine fresquito, sobre todo si se ve una película tan disfrutable como Los Pitufos.
En primer lugar y que quede claro Los Pitufos es una película infantil. Pero en el buen sentido. Aquí no hay complejidades ni matices ni dobles sentidos. Cine para niños puro y duro. Pero hecho desde el respeto a todos los que están a este lado de la pantalla. Esto que debería ser algo normal no lo es tanto si vemos otras propuestas infantiles recientes como El Oso Yogui o Río. Porque Los Pitufos es una película muy divertida, con buen ritmo, nada pesada y muy muy entretenida.
Se nota que los adultos participantes en la película se lo han pasado pipa haciendo el chorra, sabiendo que las estrellas de la función no son ellos. Así, Neil Patrick Harris y Hank Azaria divierten en sus papeles de comparsas de los enanos azules. La perfección técnica es abrumadora y el 3D es probablemente de los mejores que he visto: muy bien aprovechados los juegos de perspectivas de los pitufos y todas las posibilidades que da el tema de las gafas.
Si tenéis un crío en casa, aprovechad del buen rato que pasaréis todos. Si no, pedid por ahí un niño prestado que seguro que alguien está deseando deshacerse del suyo un par de horas, que ahora con las vacaciones hay mucho niño suelto.
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Reconozco que ver esta película me da algo de miedo por la interpretación que haya podido hacer Neil Patrick Harris: me encanta como actor, pero me da miedo que se haya encasillado en el papel de Barney Stinson. ¿Está a la altura?
La verdad es que su personaje no tiene nada que ver con Barney con lo que no debes preocuparte por eso.