Locas de alegría fue la película del año en Italia en el 2016 y la más premiada en la Seminci de Valladolid presentándose este fin de semana en nuestra cartelera coincidiendo con el mega estreno de La bella y la bestia de Disney. Seguramente muchos van a encontrar similitudes entre estas dos mujeres y las Thelma y Louise de Ridley Scott, otros citarán al psiquiátrico donde vimos el primer loco de Jack Nicholson. Locas de alegría de Paolo Virzi es otra cosa. Aunque existen parecidos razonables también las diferencias son importantes.
Locas de alegría es un cómico drama que cuenta la historia de una amistad surgida en una institución mental entre dos enfermas y la consolidación de la misma fuera de ella. Beatrice Morandini y Donatella Morelli son dos almas libres que desean volar lejos de Villa Biondi para encontrar una felicidad que se les niega. La primera es una ex señora de la alta sociedad que se cree la reina del lugar y que acompañada de su sombrilla fabula e inventa amistades imaginadas. A través de sus palabras intenta convencer a los demás de sus desvaríos fracasando la mayoría de las veces. Donatella es muy distinta, deambula como alma en pena por Biondi y sueña con poder volver a ver a su hijo a quien perdió cuando en una de sus crisis intento atentar contra su vida tirándose desde un puente con él. Ambas fueron engañadas por los hombres, un delincuente de poca monta y un chulo dueño de discoteca que estando casado le dejó embarazada. El odio que sienten hacía ellos se focaliza en otras personas del mismo género que en algunas ocasiones está justificado, como el hombre que pretende aprovecharse de ellas conduciéndolas a un motel de carretera y en otras no, como ocurre con el taxista que lleva a Beatrice a ver a su antiguo noviete.
En el mundo de los locos las dos protagonistas son las reinas mientras que en el mundo de los cuerdos se convierten en blanco de burlas y son perseguidas por todo y por todos intentando dejarlas a un lado y que nadie se acuerde de ellas como si fueran unas apestadas, como si su enfermedad no tuviera cura. Villa Biondi y su personal no cree en todo esto. Piensan que la rehabilitación es posible y que todas estas personas se merecen una segunda oportunidad y poder reinsertarse en la sociedad. El cariño y el amor queda demostrado que pueden encontrarse también en centros como este donde la soledad hace verdaderos estragos.
En esta road movie italiana viajamos por hospitales, discotecas, rodajes de cine, restaurantes de lujo y playas reconciliadoras montados en coches de época descapotables y vestidos a la italiana conociendo a personajes de lo más variado, algunos buenos y otros más malos que el veneno muy a lo Berlanga o Fellini pero más modernos. Son dos extrañas que separadas no encajan en ninguno de estos sitios pero que juntas son más fuertes y pueden hacer frente a las hostilidades.
Locas de alegría está servida a cargo de Beatrice con sus comentarios jocosos y fuera de lugar, con sus improvisados actos exentos de toda lógica y sus locuras que necesitan una compañera que las secunde. En su contra se encuentra su ex marido abogado y los enemigos que va dejando en la cuneta. El drama lo lleva grabado Donatella en su recuerdo y marcado en su cuerpo con cicatrices muy profundas que aún no han sanado y que comparten espacio con tatuajes que revelan su identidad y un status social totalmente alejado del de su mejor amiga. Su padre es un arruinado compositor que malvive de su arte y su madre se aprovecha de los enfermos esperando una herencia que brillará por su ausencia. Es extraño que dos personalidades tan distintas, dos realidades tan opuestas se necesiten tanto pero esa es la realidad. El silencio callado apacigua al ruido más estridente, se turnan según el momento y finalmente se fusionan en una criatura que tiene un encanto muy especial que debe ser conocido y no ocultado, anestesiado o maniatado por fuertes correas.
Por si fuera poco Locas de alegría nos deleita con paisajes tan italianos y bellos como la zona de la Toscana y una banda sonora deliciosa que tiene su momento culminante cuando se oye el gran clásico y conocido éxito de Gino Paoli de los sesenta Senza fine que de verdad te pone los pelos de punta. Esta vez lloraremos de pena y no de risa ¡aconsejo sacar los klennex!
Es por todo esto que cuenta con una señora espiga de oro y otros premios como el que consiguieron sus dos protagonistas, Micaela Ramazzotti y Valeria Bruni Tedeschi. No creo que su calidad coja a nadie desprevenido, tiene una estupenda reputación que le precede ¡Vayan sacando los cines la alfombra roja porque llega la condesa y su compañera, llegan the best friends!