Desde la ñoñería sensiblera de Intocable a la mirada arty de La escafandra y la mariposa, pasando por la hollywoodiense La teoría del todo, el cine sobre discapacidades demuestra tener posibilidades de discurso bien diferenciadas. Solo con leer la sinopsis de Life feels good no es de extrañar fruncir el ceño ante lo que parece ser otra película más sobre discapacitados superando con mucho esfuerzo y tesón lo que les ha tocado vivir, ese tipo de películas que nos ponen frente a alguien con muchos más problemas que nosotros para que así sintamos el bálsamo de que si ellos han podido sacar adelante sus vidas nosotros también podremos.
Pero Life feels good se aleja con sobriedad y mucho sentido del humor del estigma de vidas ejemplares para presentarnos en primera persona la historia del polaco Mateusz, afectado de parálisis cerebral, desde que era niño a la actualidad. A lo largo de la película oiremos las reflexiones del protagonista que tiene que enfrentarse con la incomprensión sobre cuales son sus limitaciones, sobre todo en el ámbito comunicativo.
Otro detalle a tener en cuenta es la situación histórica de Life feels good: la Polonia de los 80 y 90 que ve como sale del aislamiento comunista y se abre al mundo, con todo lo que ello conlleva. La narración en segundo plano del desarrollo social polaco sirve de espejo a la vida de Mateusz en su lucha por demostrar que no era solo un vegetal, sino que su conciencia también existía.
Life feels good aborda muchos de los tópicos de este cine pero los expone con una mezcla de pudor y respeto, que sin ser frío o distante, consigue acercarnos mucho más de lo que por ejemplo habría hecho una producción hollywoodiense o francesa. Tal es la precisión y cálculo a la hora de narrar la historia que no hay un solo momento en la película de Maciej Pieprzyca que podamos considerar lacrimógeno o incluso excesivamente dramático. Aun así, Life feels good tampoco renuncia, como he mencionado antes, al sentido del humor, sobre todo al afrontar la sexualidad de Mateusz, viniéndome a la mente el recuerdo de la película francesa Nacional 7 que también se enfrentaba con gracia al tema de la sexualidad en los discapacitados.
Life feels good acaba siendo tan diferente a todo lo que hemos visto que ni siquiera es una película incómoda, produciéndose la mayoría de los momentos más desagradables por culpa de los sanos. Toda una sorpresa que esperemos tenga el recorrido que merece, a pesar del rechazo que pueda provocar su tema y lo peculiar de su planteamiento.
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