Con más de un año de retraso respecto a su estreno estadounidense llegó la semana pasada a nuestra pantalla Las vidas de Grace, una de las películas más aclamadas el año pasado dentro del círculo indie, proveniente del South by Southwest Film Festival de Austin. Las vidas de Grace cuenta una porción de la vida de Grace, una joven trabajadora social en un centro de acogida para adolescentes.
Con este material altamente inflamable desde el punto de vista dramático, el director y guionista Destin Daniel Cretton podría haber entregado otro drama indie sobre jóvenes desamparados y con escasa esperanza. En su lugar, Las vidas de Grace se mantiene en esa fina línea entre la sensibilidad y el pudor hacia sus personajes que hace que todo lo que veamos sea reconocible como real (aunque esté muy alejado de nuestra propia realidad) y nunca caiga en el morbo de la lágrima fácil. Todo es enormemente dramático pero en momentos puntuales aparece ese rayo del humor que inunda de luz la enorme oscuridad del fondo por el que pululan tanto los jóvenes como los cuidadores del refugio Short Term 12.
Gran parte del mérito de la grandeza de Las vidas de Grace recae en la soberbia interpretación de todos sus actores con especial énfasis en Brie Larson: la joven da vida a Grace, un personaje complejo debido a sus inseguridades y contradicciones que la alejan de la típica superioridad moral del profesor ante el alumno. Larson maneja hábilmente sus registros de forma que empaticemos con ella y entendamos sus conflictos. En su juego de identificación con una de las nuevas adolescentes del refugio es donde Brie halla el momento de dar un vuelco a su personaje y realzar su interpretación hacia lo sublime.
No menos atrás se queda la escritura y puesta en escena del director y guionista Destin Daniel Cretton que, con enorme sutileza, se acerca a un mundo que podría haber desembocado en el más infecto telefilme. Al contrario, Cretton desarrolla un eficaz juego entre los cuidadores y los adolescentes conflictivos que rezuma la sensibilidad del que sabe que las oscuridades del alma humana no deben ser tratadas de cualquier forma. La tensa calma que mueve todo el relato de Las vidas de Grace consigue que suframos más por todo el drama que se cuenta en off que por lo que realmente vemos en pantalla.
Es Las vidas de Grace una película que encierra más en su fondo, en lo subterráneo de sus personajes, de lo que aparenta en su tranquilo y calmado exterior. Una joya que no deberíais dejar pasar.
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