Tras ver el primer y segundo volumen de la trilogía Las mil y una noches de Gomes, era muy difícil pensar que el último volumen encargado de cerrar la obra, Las mil y una noches. Vol. 3: El embelesado sería un fracaso estrepitoso. A este le ocurre una de las peores cosas que le pueden suceder a la última pieza concebida para finalizar una trilogía o saga: la transmisión de dejadez y abandono de la cautela y estilo con la que se habían concebido las películas anteriores.
Sorprende el descenso de calidad que viven las aventuras de la personal versión de Sherezade de Gomes, sobre todo teniendo en cuenta que Las mil y una noches. Vol. 3: El embelesado tiene el mejor arranque de todas. Sherezade es la protagonista de la peculiar introducción que inicia la película, muy parecida a la protagonizada por el propio Gomes en el primer volumen. Al igual que él se encuentra perdida en el mundo, notando que el rey se está cansando de sus cuentos y que por lo tanto su muerte está más cercana que nunca. Las aventuras que le suceden a Sherezade, que van desde el breve romance con el hombre más hermoso y con más hijos de la tierra hasta el reencuentro con su padre, son probablemente de las más interesantes de toda la saga. Y curiosamente no son cuentos narrados por Sherezade sino historias experimentadas por ella misma. Es fascinante también como la vincula con el presente, mostrándola en los terrenos áridos árabes para después transportarla a una feria y a su felicidad banal.
Una vez superada esta introducción, que supera los treinta minutos de duración, volvemos a reencontrarnos con los cuentos de Sherezade. En esta ocasión y a diferencia de los anteriores volúmenes, solo se narran dos. Uno dura apenas diez minutos y nos muestra la narración en off de una china explicando su vida desde que llego a Portugal mientras se proyectan imágenes de una manifestación de trabajadores. El resto de la película gira en torno a uno de los cuentos menos interesantes pese a ser el más documental y social de todos. Este cuento narra la historia de varios portugueses de clase baja que dedican su vida a criar y adiestrar pájaros para que compitan en concursos de canto. Una práctica muy común en Portugal y que engloba a una gran cantidad de fanáticos. El cuento con una duración inferior podría haber aguantado, pero el retrato exhaustivo y dilatado de unos personajes pocos carismáticos durante prácticamente toda la película lo convierten en ocasiones hasta insoportable.
Gomes intenta adaptar y dilatar un cuento de forma innecesaria para conseguir dotar a través del tercer volumen una estructura sólida a la trilogía. Sin embargo, la poca calidad que esta película transmite en comparación con las anteriores hacen replantear al espectador si realmente no hubiese sido mejor finalizar la trilogía en el segundo volumen. Además Las mil y una noches. Vol. 3: El embelesado no retoma la introducción planteada por el director al inicio de la trilogía, de manera que la narración queda abierta, sin una conclusión que acabe de dar forma a la obra.
Probablemente uno de los recursos más insoportables de Las mil y una noches. Vol. 3: El embelesado es el abuso que hace Gomes de la introducción de textos narrativos sobre la pantalla. Ya aparecían en las anteriores películas pero en menor medida y apoyados por la narración en off de Sherezade que en esta ocasión acaba desapareciendo por completo. Por lo tanto no estamos hablando de un fracaso únicamente argumental sino también estilístico. Sin embargo, Las mil y una noches. Vol. 3: El embelesado como película independiente situada fuera del marco de la trilogía, podría considerarse como una buena obra, pero condicionada por la calidad de sus volúmenes predecesores hacen que sea una profunda decepción para el espectador más exigente.