La vida de Adèle fue la película que se llevó la Palma de Oro en el pasado Festival de Cannes y no le faltan motivos para ello, aunque quizá se ha visto demasiado eclipsada por toda la polémica que ha suscitado en medios internacionales debido a sus numerosas escenas explícitas (que no pornográficas).
Adèle es una chica de 15 años que vive con sus padres y lleva una vida bastante normal: corre siempre para no perder el autobús, se aburre en clase, aguanta a sus compañeros de instituto y empieza el despertar sexual típico de la edad. Pero todo cambiará el día en el que de forma casual se cruce con Emma, una chica de corto pelo azul y con la que sufrirá un repentino flechazo.
Sí, nosotros seremos espectadores de la relación entre Adèle y Emma y también veremos con detalle sus encuentros sexuales, pero sucede que también veremos con esa atención al detalle todos y cada uno de los aspectos de la relación que se establece entre ellas: El deseo, el amor, la rutina, la duda, el miedo. Y si bien muchos han encasillado la película bajo el adjetivo gay en realidad la película muestra la vida de una pareja descompensada que gira alrededor del mundo de la cultura y del arte con los problemas particulares que ser homosexual en la Francia contemporánea puede acarrear.
La vida de Adèle es la adaptación de la novela gráfica El azul es un color cálido de Julie Maroch, cuyo título hace efectivamente referencia al color del pelo de Emma, la chica que hará que el mundo de Adèle se tambalee en su tierna juventud. Abdellatif Kechiche, el director de la película, ha tenido un gran ojo en mostrar una realidad cotidiana para muchos pero que en el país francés ha suscitado una gran polémica, ya que hace menos de un año que se aprobó el matrimonio homosexual con una gran revuelta social por parte de la ultraderecha.
Este viernes se estrena en la cartelera española una de las mejores cintas del otoño que no dejará indiferente a nadie y que nadie piense por un momento que por durar 3 horas la película se hace larga, ya que lo único que echaremos de menos es un breve descanso para poder ir al baño sin perdernos nada.
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