La noche antes del pase de prensa de La tribu, la nueva comedia de Fernando Colomo protagonizada por Paco León y Carmen Machi, cometí una imprudencia terrible: ir a un Wok e inflarme a tallarines con salsa agripicante, gambas y jalapeños. No es que nunca antes hubiera cenado algo parecido, pues ya conocía de sobra el terrible efecto que provocaría en mi estómago ese explosivo e indigesto manjar. Y por mucho que me pasara las últimas horas de aquella madrugada en el cuarto de baño, mi destino estaba más que sellado.
A la mañana siguiente, sentado en la butaca del Cinesa Diagonal y en compañía de diversos críticos y periodistas, yo, Juan Carlos Ferrer Aranda, me estaba cagando como un hijo de puta. Y aun así, contra todo pronóstico, agonizando entre retortijones varios, la película se me hizo corta. Y creedme, es el mayor piropo que tengo para un producto de estas características. Si fuera por mí, esta crítica acabaría aquí. Creo que ya he dicho todo lo que tenía que decir al respecto. Pero como no quiero que los responsables de esta página me echen a patadas y no me vuelvan a llamar más, intentaré hacer unos cuantos apuntes más.
Todo jugaba en su contra, hay que decirlo. Pues, más allá de mis ardores estomacales, el uso de un videoclip de reggaeton sin ápice alguno de ironía —pese a lo mucho que se prestaba a ello por motivos argumentales— durante los primeros compases de la cinta no ayudó demasiado a sobrellevar mis ansias de ir a chocolatear la taza. Y, por supuesto, ninguno de los múltiples gags que contiene lograron arrancarme más allá de una leve sonrisa en ocasiones contadas.
Ahora bien, sería justo mencionar que por lo menos tampoco contiene (casi) ningún chiste particularmente ofensivo ni que provoque más vergüenza ajena de la que debería. De esto, que parece el motivo más pocho posible por el que alegrarse, tienen la culpa otros estrenos recientes como Operación Concha o Señor, dame paciencia que han conseguido bajar mi listón de forma considerable. Jugando en la misma liga, La tribu está bastantes peldaños por encima. Algo es algo, visto lo visto. De hecho, si suspendemos al máximo nuestra incredulidad, si nos tragamos que ninguno de los ex-empleados de una multinacional reconozca al tipo que les despidió teniéndolo delante de sus narices, que únicamente una persona se digna a buscar por Internet el nombre de un amnésico para saber quién es y si asumimos que nos vamos a reír más bien poco… pues la verdad es que no está del todo mal.
Hay que entender que La tribu es una feel-good movie de manual, pero que también intenta juntar crítica social con comedia costumbrista, feminismo para que lo entienda tu cuñado y números musicales a lo Step-Up. Y que si bien no profundiza absolutamente en ninguno de los conceptos que propone y su tercer acto de lo más atropellado, lo cierto es que me estaba cagando. Y terminó pronto.
El reparto está bastante acertado, al menos. Aunque infrautilizar a Julián López sea un delito que no debería cometer ninguna obra audiovisual en la que apareciera, por lo menos tenemos a Carmen Machi bailando y dándolo todo. Pocas veces ha tenido esta actriz una oportunidad tan grande de molar en pantalla grande, y aquí la aprovecha bastante bien. Paco León también hace lo que puede con un papel que le obliga a parecer imbécil durante gran parte del metraje y que consigue sobrellevar con bastante soltura.
Al final, la cosa está en hacer la vista gorda con un par de chistes raros fuera de lugar y tratar de pasar un rato agradable con unos personajes que terminan cayéndote de lo más simpáticos. Me costaría creer que La tribu vaya a reventar la taquilla española y posiblemente algo se me moriría en el alma si lo hiciera. Por otra parte, también me daría un poco de rabia que se fuera de vacío. No es nada del otro mundo, desde luego, pero me da la sensación de que sus implicados lo han intentado y le han puesto ganas. Ya es más de lo que puedo decir de muchas otras.
Y ahora, si me disculpáis, me vuelvo al baño a hacer unas gestiones.
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