La religiosa

La religiosa, sonrisas o lágrimas

La Iglesia cristiana no ha sido ni ha actuado siempre igual. Su evolución rápida o lenta, yo no voy a entrar a valorar esto, ha estado condicionada con todo lo que sucedía a su alrededor ya fuera de ámbito político o social. En el siglo XVIII en Francia la costumbre y la norma era ingresar a una de las hijas de un matrimonio burgués en un convento para que consagrara su vida a Dios. Esta es la premisa de la cual parte La religiosa, historia basada en una novela homónima del gran Diderot. Lo que ocurre es que a veces los deseos no coinciden con la realidad. Esta joven lejos de oír la llamada del Señor no tiene ningún anhelo por vestir los hábitos de monja lo que choca frontalmente primero con la idea de sus padres y más tarde con la misma comunidad cristiana que ven en ella una oveja negra a la que hay que corregir. Lo que ocurre es que las maneras no son a veces las más adecuadas pasando entonces Suzanne por todo tipo de vejaciones e insinuaciones sexuales por parte de algunos de sus miembros lo que provocará un efecto contrario. Afianzan si cabe más sus sueños se escapar de una vida que ella no ha elegido y que por supuesto no le llena el alma.

La religiosa

El director, Guillaume Nicloux, aprovecha un recurso literario visto en numerosas ocasiones como es el hallazgo de un manuscrito, en este caso un diario secreto para contar las aventuras y desventuras de esta pobre joven a la que privan de libertad en un par de conventos donde reinan algunos de los peores defectos del ser humano, hermanas como ella poseedoras de una serie de valores que de ninguna manera pueden identificarse con aquellos que están al servicio de Dios. Precisamente la deshumanización es algo de lo que se huye en estos lugares y será esta la que campe a sus anchas por los pasillos y estancias de tal sagrado templo. La autoridad mal entendida como abuso de poder y las pasiones ocultas que salen a la luz a la llegada de la novicia por parte de una de las madres superioras nos dan a entender que no es oro todo lo que reluce y que tras la fachada hay a veces una verdad escondida, en este caso tras los fuertes y robustos muros del convento.

La religiosa no es una película que hable en profundidad de la religión, ni siquiera se para a contar detalles sobre la vida monástica de clausura, algo que seguramente hubiera sido de enorme interés sino que Diderot primero y el director después ponen en boca de esta mujer la denuncia de esta práctica que hacía que muchas jóvenes fueran a estos lugares en contra de su voluntad siendo reclutadas para una causa de la cual no se sentían orgullosas. Ataca a la sociedad de su época poniendo como ejemplo a esta  desgraciada chica, quien además tiene tras de sí un secreto solo revelado en la última mitad del film.

La religiosa

Hablar de Pauline Etienne son palabras mayores. La religiosa es ella y la película también. Su magnífica interpretación sobresale entre unos trabajos menores en importancia pero necesarios para que brille aún más si cabe. Las nominaciones que ha recibido en diferentes festivales nos están indicando que ha nacido una estrella que domina el género dramático como ninguna. Esperemos que no sea flor de un día.

Entre maitines, laudes y vísperas colectivas, rezos privados, confesiones clandestinas y cámaras oscuras donde todo puede pasar se fragua una bella historia de amor que no tiene como protagonistas a Dios y estas fieles seguidoras de su credo, sino a una mujer que prefiere casarse con la vida. Una mujer que busca la felicidad sin que le impongan los caminos a seguir para llegar hasta ella y que luchará contra todo y contra todos para salir triunfadora. Una rebelde con causa.

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