Con tanta saturación de películas hechas por ordenador, como si estos fuesen unos seres con autonomía que hacen las cosas por sí mismos, siempre es de agradecer lanzar a las retinas otras cosas que nos alejen de una estética computerizada cada vez más estandar. La oveja Shaun: La película viene a llenar la cuota del stop-motion en plastilina que tan buenos momentos nos ha dado la factoría Aardman, con más de cuarenta años de maravillosa producción en el mundo de la televisión y el cortometraje y quince en el de la realización de largometrajes, con un Oscar incluido, Wallace y Gromit: La maldición de las verduras.
El origen televisivo de La oveja Shaun, divertidísima serie creada en 2002, no ha supuesto ningún problema para adaptar lo que normalmente eran 7 minutos de episodio a todo un largo de 85 minutos que sigue la tónica habitual de la serie compuesta sobre todo de conflictos a resolver en la convivencia en una granja. Así, La oveja Shaun: La película viaja a la ciudad sin perder un ápice de su frescura y creatividad. Porque ese es el tema principal tanto de la serie como de la película: la creatividad como motor para solucionar todos los problemas de la vida que parecen insalvables. Todo ello enmarcado en una cascada de gags que van desde la sonrisa cómplice al adulto a la carcajada más absoluta proveniente de la escatología que tanto furor hace entre los niños (el par de chistes con eructos y pedos fueron los más celebrados en la proyección repleta de menores de 10 años).
Que La oveja Shaun: La película sea muda, hay música pero no diálogos, podrá ser algo que inquiete a mucho padre que se vea en el compromiso de llevar a sus vástagos a ver “una película de ovejitas de plastilina». Parece que después de más de un siglo de cine hay padres que no conciben que sus hijos vean algo de Chaplin o Buster Keaton. Pero claro, si ellos ni siquiera se han molestado en ver una película muda en su vida cómo se lo van a transmitir a sus niños. Esta pequeña rabieta contra algunos padres procede de la condescendencia de varios de ellos a la hora de tratar en general el cine de animación, desprecio mucho mayor en este caso al no compartir La oveja Shaun: La película los estándares habituales que nos han marcado Disney/Pixar y Dreamworks, sobre todo. Solo espero que la experiencia sufrida por un servidor, con una madre atendiendo al móvil durante toda la proyección, sea un aislado ejemplo de que esto de las películas de muñequitos no es un género menor. Disculpen el berrinche.
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