El debut en la dirección de la actriz Maggie Gyllenhaal (El caballero oscuro y La sonrisa de Mona Lisa) no va a pasar desapercibido. De hecho, el film ha sido nominado a tres premios Oscar, incluyendo mejor guion adaptado, firmado también por ella. Es la misteriosa y exitosa novelista italiana Elena Ferrante quien firma la historia original en la que se basa La hija oscura.
Leda (Olivia Colman) es una mujer cerca de cumplir los cincuenta, que disfruta de unas vacaciones en un bonito paraje griego. Allí se topará con una familia un tanto turbia, entre los que se encuentran la joven Nina (Dakota Johnson) y su hija pequeña. Su presencia hará que Leda reviva episodios traumáticos de su pasado como madre, los cuales la llevarán a establecer con Nina un extraño vínculo que sacará a relucir los problemas que acarrea la maternidad.
La temática planteada en la ópera prima de Gyllenhaal es, cuando menos, valiente. En todos los ámbitos hay ciertos temas que la sociedad suele obviar o silenciar. En el caso de la maternidad, siempre se ha vendido la idea de que es maravillosa y no hay peros. Y claro, resulta que sí que los hay, y a veces muchos y demasiado pesados para una madre. La Hija oscura indaga, con honestidad y sin juicios de valor, en los sentimientos de la que muchos definirían como una mala madre, aunque… ¿realmente es así? Al menos aquí hay amor. Peor panorama presentaba Tenemos que hablar de Kevin, (Lynne Ramsay, 2011) película también basada en una novela, donde la madre no quiere a su hijo.
Leda es humana y como tal, no es perfecta. De hecho, sus actos cuando era joven son bastante reprobables, pero no la convierten en una mala persona. Pensar eso de uno mismo es una carga desasosegante que la protagonista podrá aliviar cuando descubra que Nina tiene emociones similares. Olivia Colman y Dakota Johnson bordan sus papeles y hacen creíble la atípica relación entre estas dos mujeres. Y sobre todo su, aún más atípica confesión. No se queda atrás Jessie Buckley, quien interpreta de manera sensacional a una joven Leda, ayudándonos a empatizar con los impopulares pensamientos de la protagonista cuando criaba a sus hijas.
La directora no solo se ha rodeado de intérpretes femeninas de primer nivel, sino que apuntala su reparto con un, siempre estupendo Ed Harris, y con Peter Sarsgaard, su marido en la vida real. Se nota su experiencia en infinidad de rodajes. Casi todos los elementos en La hija oscura están afinados. Desde su sobria y cercana puesta en escena, donde prima el rostro del actor sobre todo lo demás, hasta la música y la fotografía. Curiosamente la tecla menos entonada es el guion, el cual pierde minutos valiosos de metraje en tramas supuestamente tensas e interesantes, pero que se acaban desinflando más pronto que tarde. Hubiera sido mucho más congruente que la academia hubiera reconocido la labor de Gyllenhaal como directora en este film. Cosas de premios. Gane o no gane nada, dará que hablar.