Warren Beatty ¡qué bueno que regresaste! Se echaba de menos a este gran actor y peor director por estos lares. Por desgracia este return no ha sido la bomba que se esperábamos. La excepción a la regla promete mucho al principio, justo cuando comienzan a presentarse todos los personajes a golpe de clásicos musicales de los cincuenta pero luego decae, porque el triángulo amoroso con los protagonistas no convence y el secundario de lujo, Matthew Broderick sale bastante menos.
En el Hollywwod de los años dorados, el de las grandes fortunas y los grandes estudios se mueven personajes de lo más variopinto como actrices desconocidas que son atraídas por el glamour de los focos y del estrellato, chóferes con sueños imposibles, escritores y periodistas sedientos de fama o directivos que duran poco y menos en su cargo. En estas aguas con marejada algunos de estos pececillos se convierten en feroces tiburones que ambicionan mucho más, otros por el contrario no crecen nunca y tras saborear las mieles del triunfo son olvidados y sustituidos por otros más grandes y también más voraces. Encontrar el amor allí es casi una quimera porque los sentimientos tienen precio y se subastan al mejor postor. Por eso cuando alguno es verdadero todos se lanzan como buitres. Marla Mabrey y Frank Forbes son la excepción que confirma la regla, dos almas gemelas que no siguen ninguna ley y que han decidido rebelarse contra la norma. Una relación peligrosa que se ve amenazada por la irrupción de otro peligroso jugador que rompió el molde cuando nació que siempre apuesta sobre seguro y aprovecha su inmensa fortuna para hacerse un hueco en este brillante pero falso mundo.
Son muchos los chanchullos que vamos a ver del extravagante magnate, multimillonario y director de cine Howard Hughes, aquí un envejecido Beatty, en sus negocios, numerosas sus raras costumbres y peculiares sus manías y rituales de cortejo. Es muy curioso verle relacionarse con otras personas, muy raramente en persona, con entrevistas a media luz, a oscuras o con un cortinaje entre medias que confieren a su imagen un halo misterioso con un gran magnetismo que le hace irresistible para con las mujeres. La excepción a la regla muestra sus peores años, cuando su mala salud se agrava y sus enemigos salen de debajo de las piedras aprovechando su debilidad para ridiculizarlo o atacarlo a degüello. Por suerte está rodeado de buena gente que ha superado sus miedos e inseguridades junto a él y que le desean todo lo mejor. Han recibido de él regalos muy valiosos que llevan a todas partes ¡no, no es el anillo de brillantes! o enseñanzas, repetidas a veces más de dos o tres veces que les ha ayudado a madurar en este mundo lleno de leones con piel de cordero.
Aquí todos quieren conservar o proteger a alguien o algo, hijos secretos que finalmente conocen a sus padres, fortunas heredadas que pueden volar por los aires o trabajos con normas estrictas que pueden abrirte, si eres listo, las puertas del cielo aunque para ello tengas que cerrar tus piernas.
La excepción a la regla, no es una comedia, tampoco un drama, sino un híbrido de ambas. Tiene momentos divertidos, como ese loco vuelo en un avión pilotado por Hughes al que le fallan los motores o los encargos que tiene que atender el bueno de Frank para complacer a su jefe pero también otros que no lo son tanto y que entristecen más que alegran como la visión enferma del rico empresario que ha acabado aislado de todo el mundo o las discusiones entre los dos tortolitos que han acabado como el rosario de la aurora por un malentendido y una noche muy loca bañada en champagne francés. Esa indefinición de géneros le perjudica más que le ayuda porque uno sale con la idea de que podían haber explotado más alguno de ellos decantándose la balanza hacía un lado u otro en vez de quedarse en tierra de nadie.
De todas formas se agradece volver a ver en pantalla a Warren Beatty acompañado de otros secundarios maduritos como Annette Benning, Alec Baldwin quien parece haber hecho un pacto con el diablo para no envejecer o Martin Sheen. A los jovencitos de La excepción a la regla les falta un hervor, justamente como los personajes que interpretan, una actriz inocentona que canta con dulce voz al piano y un conductor que se pasa más tiempo en la parte detrás del coche que tras el volante. Me gustó mucho más el chófer que hablaba por los codos con Miss Daisy o el otro Frank que también intimó con su cliente cantante en El guardaespaldas.