He vuelto a darle una oportunidad a Pedro Almodóvar. Aunque no es santo de mi devoción debo reconocer aun a mi pesar que es el director de cine español más internacional que tenemos presentando todos sus trabajos en los festivales más conocidos del planeta. Todos quieren contar con él y eso es lo que importa. En los últimos tiempos ha menguado la calidad pero no la cantidad ni el público que atrae, fieles a un estilo muy muy personal. De todos modos, la transgresión que se le presupone en Julieta brilla por su ausencia aunque aborda eso sí el tema del amor materno-filial, algo que ya hemos visto en otros films suyos mucho más ambiciosos.
Los tics almodovarianos los sigue manteniendo. Esos primeros planos que impresionan, como por ejemplo la preparación de una tortilla sobre sartén, esos colores brillantes que lo iluminan todo, vistos en las prendas usadas por el reparto o en el papel pintado de las paredes o las potentes escenas de sexo entre desconocidos con gran fuerza visual. Todo es muy suyo, tiene firma propia. Aunque la historia flojea, su cine sigue intacto con un reparto femenino que lleva la voz cantante y unas interpretaciones con gran sentimiento entre las que destacan las protagonistas y Rossy de Palma, una sirvienta cotilla que aporta su granito de arena con esa gracia que le identifica.
Julieta, una Emma Suarez adulta y una Adriana Ugarte más joven, son la misma persona pero transformada por las circunstancias y dos muertes que le hacen pasar más de una noche en vela. Un suicidio premeditado y preparado a conciencia y una tragedia familiar ni esperada ni adivinada en forma de accidente que marcará toda su vida. Ellas dos son las chicas Almodóvar más importantes pero no las únicas. Se estrenan Michelle Jenner e Inma Cuesta con el director manchego buscando que Julieta sea un trampolín para trabajar en mercados cinematográficos más importantes como el norteamericano.
El cine de Almodóvar no solo es drama seco con escenas lacrimógenas que buscan el llanto fácil, también posee un lenguaje oculto que da lecciones en general y sobre algunas materias en particular como mitología y literatura clásica o arte. Nuestra protagonista es una moderna profesora que cuenta historias mágicas y fantásticas de todo tipo tanto a jóvenes como a adultos que hablan sobre la creación del hombre o el viaje de Ulises y su encuentro con la hija del titán Atlas, Calipso. En su vida se encuentra con una artista que recrea las obras del conocido Miquel Navarro que vuelve a participar en esta su película número veinte. Dichas esculturas de gran erotismo se convierten en un personaje más llegando a ocupar primeros planos y protagonizando escenas como la primera en donde la vemos embalada ante nuestros ojos preparada para la futura mudanza.
Temas como la muerte o la enfermedad van y vienen según deseo del director, sucesos cotidianos y naturales que ocurren en la vida de cualquier persona. Alguien nace, alguien enferma, alguien fallece. El ciclo de la vida, la fugacidad de la misma. Acostumbrarse a ellos es complicado, superarlos es necesario.
Si se espera una obra mayor del genio creo que la decepción será enorme. Julieta es una película sencilla que cuenta una historia que puede pasarle a cualquiera con final abierto.
El apego a los hijos y deseo de no envejecer sola, el post trauma después de una muerte muy cercana o el sentimiento de culpa no es algo nuevo, algo que me impresione y me haya impactado lo suficiente como para decir que ha superado mis expectativas. Puede que no haya captado la esencia o que esta se me ha escapado viva, el caso es que no fui uno de los presentes que aplaudió tras los títulos de crédito. Lo dicho, sigue teniendo su público aunque yo no estoy entre los elegidos.
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