Carlos Saura vuelve a las andadas. El virtuoso del documental musical regresa a la gran pantalla con Jota de Saura una película que viaja hasta Aragón, rodando en Segovia, para educarnos y deleitarnos con danzas y cantes tradicionales de dicha tierra, unas inmejorables jotas tocadas y bailadas por gente del mundo de la música y del espectáculo tan importante como la bailaora Sara Baras, el gaitero Carlos Nuñez, el violinista Ara Malikian o la cantante Carmen París. A su lado han trabajado codo con codo el compositor Alberto Artigas y el coreógrafo Miguel Ángel Berna quienes han dejado su sello e impronta en los escenarios y escenografías por donde transita el cuidado trabajo del director español. El desconocimiento de Saura por la jota ha hecho que dicha colaboración haya sido útil y necesaria.
Se echa de menos, eso sí, una mayor creatividad a la hora de montar los diferentes números musicales de los que se compone la obra final, recordándonos en ocasiones a un canal televisivo donde ininterrumpidamente se van pasando videoclips. Una oportunidad perdida para contarnos más en profundidad toda su historia, incluido su nacimiento, desarrollo y pronta vejez para un tipo de baile popular que a duras penas sobrevive fuera de certámenes y concursos autonómicos. Solo algunos pequeños experimentos y fusiones con otros tipos de música de baile parecen concederle un mayor tiempo de vida.
La obsesión del director oscense es volver a reverdecer viejos laureles para que las nuevas generaciones se acerquen a la jota sin miedo sabiendo que es una parte de la cultura de nuestro país, como también lo son el flamenco o las sevillanas. Es por ello que no duda ni un instante en tirar la casa por la ventana con un film que tiene un presupuesto superlativo pero que sin duda recuperará la inversión con creces. El apellido Saura abre muchas puertas de salas de cine y vacía más de un bolsillo de pantalón. Jota de Saura es un perfecto embajador de la marca España allá por donde pase por eso la intención de estrenar en el extranjero es otra de las ideas que revolotean por la mente de todos sus creadores, dándole la mayor de las publicidades a su creatividad e ingenio más allá de nuestras fronteras.
Las cuidadas coreografías y el vestuario moderno y clásico de artistas, solistas, duetos o grupos se ponen al servicio de una estupenda escenografía que juega con elementos tan dispares como audiovisuales proyectados en grandes pantallas o juegos de luces y sombras. No faltan los vestidos más tradicionales, los más folclóricos o los más sencillos y modernos quizás recordándonos que este baile es de todos y para todos, bien que ha sido ya declarado de interés cultural ¡Qué lo recuerden los canadienses que se han acercado al festival internacional de Toronto, el TIFF donde se proyectó el mes pasado!
Por el mismo precio de la entrada podremos disfrutar de artistas de talla internacional como maestros de la guitarra, violín, piano, gaitas o instrumentos tradicionales aragoneses y de paso conocer los orígenes de un baile que fue en principio aprovechado como paso previo al cortejo de una dama en Aragón y que luego con el paso del tiempo alejó a los enamorados. Es por esto que muchas de ellas tratan de temas no solo religiosos o de alabanza a la tierra sino también amorosos. Jota de Saura es su carta de presentación y lo hace a un compás único en el mundo entero.
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