En un lugar de Suecia de cuyo nombre no me apetece acordarme cada día un hombre llamado Ove (Rolf Lassgard) repite la misma rutina. Todas las mañanas o a veces cuando puede hace la ronda o se pasea por su urbanización comprobando que todo está en orden y que se cumplen a rajatabla las normas que ha impuesto ¡Si alguien se atreve a contradecirle que se atenga a las consecuencias! Todo esto va a cambiar pues una prejubilación forzada y la llegada de nuevos vecinos extranjeros a su humilde morada van a turbar una calma que parecía idílica. Sin trabajo y sin mujer su vida ya no tiene sentido así que decide acabar con su vida de muy diferentes maneras a lo Atrapado en el tiempo, unos suicidios que nunca llegan a buen puerto por intervención humana. La soledad es muy mala. Antes Ove lo tenía todo aunque había perdido mucho. Su mujer lo completaba y sin ella se siente ahora perdido y abandonado. Nadie necesita de sus servicios, compañía y habilidades.
El viejo cascarrabias y amargado de Up vuelve a la gran pantalla de la mano de Hannes Holm esta vez sin casas voladoras, perros parlanchines y boy scouts metomentodos. A través de flashbacks conocemos toda su vida destacándose la historia de amor, para él perfecta, con su esposa con algunos puntos negros como el accidente de autobús en España, la pérdida de un hijo o los roces con los camisas blancas. Solo gracias a esto entendemos su comportamiento y le perdonamos ese carácter suyo tan odioso que puede sacar de quicio hasta a un payaso en un hospital.
Un hombre llamado Ove no es una comedia en la que estemos sonriendo la mayoría de las veces pero tampoco es un drama al uso aunque en ocasiones si se nos caiga una lagrimita. Intenta demostrar a través de la historia de este anciano que todos somos importantes y que necesitamos a los demás para ser felices. Destierra el egoísmo y aboga por una sociedad en la que todos contamos y podemos ayudar al prójimo. Ove va a ser uno de aquellos que lo descubran. Pasará de no tener nada ni a nadie a sentirse querido, acompañado y necesitado encontrando un sentido a su vida que creía huido. Ya no es un hombre triste que añora años perdidos y amistades con sus mismos ideales, ahora ha encontrado la felicidad cuando ve sonreír a los niños a los que cuida, cuando socorre a los más débiles y los defiende de las injusticias o cuando desinteresadamente arregla todo aquello que está averiado o roto. Además ahora tiene escolta cuando va a hacer la ronda, una manera chula de reforzar el mensajes o mensajes que quiere transmitir.
Ove es único y por eso merece nuestra atención. En su peculiaridad está su grandeza. Solo hay que saber llegar a su corazón que aunque parezca acorazado tiene puntos débiles. Su amistad merece la pena aunque antes haya que ganársela con sangre sudor y lágrimas o un plato cocinado de tu país. El premio sin embargo es una leal ayuda, como unas clases de conducir gratis y un apoyo en momentos delicados.
Hace muchos años, allá por los años cuarenta, Frank Capra dirigió un film clásico que todas las navidades ponen en nuestra televisión ¡Qué bello es vivir! transmitía mensajes similares con lenguaje adecuado a la época. En esa ocasión era un ángel quien le mostraba a un buen hombre cuan grande es la fuerza de la amistad, el amor y los buenos sentimientos a través de una visión. Un hombre llamado Ove nos cuenta que las buenas obras al final tienen su recompensa, aquí en la tierra. En esta ocasión el mensajero sin alas y quien le saca de la desesperación más profunda al hombre es Parvaneh, un ángel persa que al contrario que la india Shiva tiene solo dos manos pero una de ellas es usada para sacarle del pozo en el que él está metido. George Bailey/Ove vivirá sus últimos días en paz consigo mismo y también con los que le rodean que ya no solo le soportan sino que le adoran. Rectificar es de sabios y Ove lo es y mucho. Muchas de las cosas que a él no le gustaban al final se han convertido en importantes en su vida. El anciano que huía y trataba mal a los niños o animales ahora cada día quiere más a sus pequeños vecinitos y comparte su hogar con un minino abandonado que ronronea cada vez que lo ve.
Todos somos un poco Ove, así que por eso «we love you» por recordarnos lo que somos pero ante todo ayudarnos a ver lo que podemos ser. Hay que ser positivo, tener fe y creer en el mundo. Algunos como él ya se han dado cuenta.