Intensidad y adolescencia son palabras que van unidas casi de manera irremediable, especialmente si hablamos de los afectos y la atracción por otra persona. Las primeras relaciones sentimentales suelen marcar de un modo u otro a todos aquellos que las han vivido, aunque no siempre sean recuerdos placenteros. El director Philippe Lesage, que se ganó prestigio internacional con Los demonios, aborda los amores en la pubertad en Génesis, largometraje que se convirtió en uno de los grandes vencedores de la edición 2018 de la Seminci de Valladolid, donde logró los premios en las categorías de película, director y actor.
Quizá lo más curioso de esta cinta del cineasta canadiense, que vuelve a utilizar material autobiográfico como base de su guion, sea la distancia con la que están mostradas las dichas y desgracias de sus tres principales protagonistas. Hay un cierto pudor que evita el tremendismo melodramático, aunque no resta fuerza a los infortunios de un par de hermanos en el tránsito a la vida adulta y un chico, el mismo personaje protagonista del largometraje con el que se dio a conocer en el circuito de festivales, que se enamora perdidamente de una niña durante un campamento de verano. Por otra parte, Lesage muestra una habilidad para dirigir intérpretes, que actúan sin ningún tipo de histrionismo y de manera aparentemente natural.
La contención de la que hace gala Génesis resulta paradójica si tenemos en cuenta los dramas de unos jóvenes que se entregan con todas sus fuerzas al ser amado. Como ocurre en toda cinta que trata la pubertad, el deseo de estos seres humanos que abandonan la infancia choca con una realidad prosaica y cruel, donde las convenciones sociales parecen los principales enemigos a superar. No estamos tan lejos, por tanto, de lo que el cineasta planteaba en Los demonios, aunque ahora nos encontremos en una etapa posterior a la infancia.
Se echa de menos que no exista un más evidente punto común entre las historias de los dos hermanos y la del preadolescente que se enamora de una chica durante la época estival. No obstante, podemos decir que funcionan como particular contrapunto. Mientras que las dos primeras reflejan la pérdida total de la inocencia, la tercera nos enseña precisamente la pureza de dos chavales que comienzan a saber lo que significa el amor y la atracción por el sexo opuesto.
Consideraciones personales aparte, Génesis convence por la naturalidad de sus diálogos, la veracidad de las situaciones que plasma en imágenes y un especial cariño por sus jóvenes protagonistas.
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