¡Otra de zombies! ¡Ya he perdido la cuenta de las que van en estos años! Ahora sin embargo en Generación Z no parecen ser ellos los depredadores sino las presas en una cacería que tiene lugar en una isla mallorquina de cinco estrellas. El reZort es un lugar paradisiaco que planea vacaciones y safaris en un todo incluido sin pulsera donde las armas de fuego son el instrumento utilizado para acabar con la no vida de los zombies supervivientes del apocalipsis mundial sufrido hace diez años. Una cara diversión para aquellos afortunados que se pueden permitir un capricho económico tan importante. Melanie sufre un trauma infantil brutal a raíz del fallecimiento de sus padres en la guerra que aconteció tras la pandemia con el brote del virus cromo síndrome A. Sus ansias de venganza solo podrán ser saciadas en este resort al que acompaña su novio, un hombre con pocos escrúpulos y menos valentía. Merece la pena pagar tanto, puede ser su única salvación, su única cura.
Todos los personajes tienen algo que ocultar. La directora del complejo turístico mantiene en secreto algunos de sus proveedores, algo que si se supiera le destruiría y acabaría con el negocio. El macho alfa de la manada, el bueno de Dougray Scott, es un el héroe experto en armas de fuego que no cuenta nada de su pasado. La guapa y solitaria niña mona se pasea por las salas privadas saltándose todas las alarmas y hackeando el sistema pero sin soltar prenda de para quien colabora o trabaja. Los dos niñatos, ganadores de un concurso de videojuegos, buscan diversión y fiesta a partes iguales tirándole los tejos a todo bicho viviente. Tienen todas las papeletas para ser las primeras víctimas. Han contado demasiado y eso aquí se paga con la muerte.
Los nominados a morir serán conocidos por ser los portadores de un objeto. Nos lo avisa la cesión de un testigo, en forma de pendrive, en esta frenética carrera de relevos con final en las aguas que rodean la isla. El o la superviviente, ganará un viaje con los gastos pagados hacía una salvación que recuerda a Nicolas Cage y La roca de Michael Bay. Esto quiere decir presencia fundamental de aviones sobrevolando el lugar con idea de bombardearlo y arrasar de un plumazo toda el área siguiendo un protocolo de emergencia que se utiliza en situaciones extremas para detener la propagación del virus.
En sí, Generación Z es un homenaje al parque temático de Spielberg pero con muertos vivientes en vez de dinosaurios. Los jeeps, las instalaciones, las vallas electrificadas, el fallo en el sistema ocasionado por el sabotaje nos llevan irremediablemente a la isla Nublar y a un Hammond esta vez mucho más guapo, más femenino y menos ingenuo.
Los campos de refugiados que se agolpan cerca de allí, desgraciadamente tan de moda en los últimos tiempos, intentan ablandar nuestro corazoncito. Steve Barker usa para ello a una niña y su peluche, con un final muy The Walking Dead.
Generación Z no pasará a la historia por ser algo diferente ya que no es nada del otro mundo. Un Gran Hermano con muertos pero sin cámaras donde cada cierto tiempo se van eliminando posibles candidatos a campeones. Un film de acción con veloces asesinos irracionales con mucha hambre de carne humana que corren que se las pelan y que tienen en sus dientes la mayor de sus armas. Maquillaje y sangre a punta pala que nos salpicará si nos colocamos en la primera fila. Típicos y tópicos de andar por casa que al menos entretienen por ser exponentes de la moderna acción que nos ha tocado vivir y que en el fondo no está tan mal.
Esa es su máxima aspiración. Lo que espero es que nadie lo tome como inspiración, dejemos que sigan siendo los paintball los lugares preferidos para descargar adrenalina.