Esperaba con muchas ganas el estreno de esta película, de la que solo había visto un trailer poco revelador y muy esperanzador. El Rey tuerto, la primera película de Marc Crehuet – que además de escribir está basada en una obra teatral del mismo autor– es el camino a seguir en estos primeros pasos del ‘nuevo cine español’ que atrás dejó el cine low cost posthumorista, y apuntando hacia una zona más profesionalizada, donde todos los elementos de la producción ayudan a hacer creíble la historia más inverosímil.
Con un ritmo trepidante, guión y edición – pocas veces le damos importancia a este apartado, que puede definir o destrozar un buen o un mal guión– se dan la mano para ofrecer 90 minutos de gente hablando, pero cuyos diálogos van a algún lado, ayudando a llevar la trama a buen puerto.
El cuarteto protagonista es otras de las grandes bazas de esta película, destacando la interpretación de Alaín Hernández, que hace alarde de una gran vis cómica y de un manejo del humor y del terror como pocos actores. Terror porque pese a estar disfraza de comedia negra, El rey tuerto no deja de estar impregnada por un halo casi invisible de mal rollo y terror psicológico que te mantendrá pegado a la butaca en todo momento, teniendo gran parte de la culpa Alaín y su relación de poder con el resto de personajes. También cabe destacar a Betsy Túnez, que cuya evolución durante toda la película es más que notable, mostrándose como protagonista, incluso cuando no está en pantalla.
Porque El rey tuerto también va de amor, de amor a lo desconocido y a los desafíos contra el poder. Ojalá salga victoriosa de este festival, no solo en los apartados artísticos, sino también los técnicos. Y que nunca pase el tiempo por ella.
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