La carrera de Alex de la Iglesia ha llegado a un punto de no retorno en el que al igual que esperamos sus películas con interés, acabamos sufriendo una decepción continua. Quizás esperemos demasiado del director vasco y tengamos que asumir que la época gloriosa acabó en el 2000 con La comunidad, y que solo ha tenido ciertos ramalazos de luz con Balada triste de trompeta y Las brujas de Zugarramurdi. Con El bar de la Iglesia vuelve a transitar caminos ya conocidos en la construcción: un retrato coral como en La chispa de la vida y Mi gran noche, dos de las películas menos logradas del director; y un puñado de actores que acaban salvando los muebles.
El bar sitúa a un puñado de personajes en un local madrileño sin poder salir, bajo una desconocida amenaza mortal. El variopinto grupo tendrá que lidiar con la imposibilidad de salir y con la posibilidad de que exista un peligro aun mayor dentro del bar. Las discrepancias sobre las decisiones que tomar minarán al grupo hasta llegar a un abismo físico y moral. La historia, no por ser algo previsible, deja de tener interés y se ve con tensión, si obviamos las continuas explicaciones que nos brindan los personajes sobre todo lo que sucede. El guión de Guerricaechevarria y de la Iglesia parece no confiar en sí mismo y se empeña en decir en voz alta todo lo que está pasando con palabras antes que con imágenes.
Por fortuna, El bar cuenta con un elenco, liderado por Blanca Suárez, que consigue elevar el desarrollo de la cinta. Así, de la Iglesia se muestra inspiradísimo en el terreno de la dirección de los intérpretes. De todos modos y a pesar de que actores como Carmen Machi, Secun de la Rosa o Joaquin Climent se encuentren en territorio conocido, otros como la mencionada Suárez, Mario Casas y Jaime Ordóñez ofrecen registros más alejados de su zona de confort, saliendo bien parados.
A pesar de que El bar no cumpla con las expectativas creadas, seguimos confiando en el talento de de la Iglesia, un director siempre con buenas ideas e intenciones que estamos seguros resurgirá de las cenizas. El bar no deja de ser una muestra de que el director vasco aun tiene cosas que decir en el panorama nacional. Lo mismo recuperar a Fu Man Chu sería buena idea.
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