Jaume Balagueró vuelve a Sitges por la puerta grande, inaugurando la 55º edición de un festival que ha seguido toda su carrera desde cerca y que ha contribuido enormemente a su desarrollo como director. Balagueró necesitaba volver de esta forma a Sitges tras su desapercebido paso en 2017 con Musa, una película que prometía ser un gran éxito internacional y que terminó decepcionando a prácticamente todo el mundo. Además, Venus viene maravillosamente acogida por el sello de Sony de The Fear Collection y apadrinada por un Álex de la Iglesia que ya debutó con su primer film del sello el año pasado mediante Veneciafrenia.
Venus es una película con las intenciones mucho más claras que Musa y recupera elementos que forman parte del ADN del director. Sitúa prácticamente toda la acción de la película en un apartamento de pisos rocambolesco como ya hizo en su debut [REC]. En este caso no se trata de un piso en pleno centro de Barcelona sino en un bloque alojado en un barrio madrileño de mala muerte. En él viven una niña llamada Alba junto a su madre Rocío. Asustadas por fenómenos paranormales procedentes del piso superior deciden huir, pero sus planes se ven abruptamente truncados por la aparición de Lucía, hermana de Rocío y tía de Alba. Lucía llega malherida en busca de ayuda tras huir de la discoteca en la que trabajaba al robar unas pastillas con las que pretendía traficar. Aquí Balagueró se la juega al mezclar dos tramas de naturaleza muy distinta, por un lado tenemos la historia de Lucía más cercana al thriller y por otro lado de Rocío y Alba, vinculada al género de terror de casas encantadas. Algo a priori disparatado pero muy inteligente ya que combina dos tensiones de géneros diferentes pero que juntas funcionan a la perfección. Pero no es oro todo lo que reluce en Venus ni mucho menos. Balagueró continúa pecando con escenas tan dramatizadas y, en este caso acompañadas por un piano melodramático, que sacan totalmente al espectador de toda la tensión y atención trabajada previamente. Sin embargo hacia el final del film, cuando ya da rienda suelta al descontrol absoluto de los clímax de sus dos tramas paralelas (incluyendo terror cósmico) la película es un goce absoluto. Y funciona sobre todo gracias a una interpretación estelar de Ester Expósito en el papel de una Lucía que empieza en un tono altísimo y termina desbordando hasta hacerse ama y señora de la película.
Venus seguramente esté lejos de ser la mejor película de terror nacional del año, pero recupera las mejores intenciones y la confianza depositada en un director que ha hecho mucho por el panorama de terror de nuestro país. Además, aún teniendo en cuenta todas sus imperfecciones, la película contribuye a que poco a poco vayamos creyendo en un proyecto como The fear collection que ojalá acabe convirtiéndose en una insignia del cine de terror español.