Últimamente hay cierta tendencia de la construcción de películas con estructuras narrativas clásicas enmarcadas dentro de géneros muy claros como el drama o la comedia, que deciden incorporar de forma sutil un elemento de género fantástico con la aspiración de mejorar la lectura y reforzar los puntos fuertes e intenciones de la obra. Es una decisión peligrosa, porque en vez de sumar y contribuir positivamente puede sentirse en ocasiones como forzada causando el efecto contrario. En Los cinco diablos el elemento fantástico forma parte natural de una narración realista y dramática con un desarrollo de conflictos de personajes complicado. Es más, resulta tan interesante que el espectador puede sentirse incluso más atraído por los mecanismos que hacen funcionar este aspecto ilusorio que del conflicto real que mueve la película.
Vicky, es una niña mestiza de ocho años que intenta refugiarse del bullying que recibe en el colegio a través del desarrollo de su gran poder sobrenatural. Vicky tiene un olfato increíble que no solo le permite identificar cualquier tipo de olor sino que también le permite viajar al pasado. Su día a día se ve truncado con la aparición de su tía, una mujer no solo repudiada por toda la comunidad del pequeño pueblo de los Alpes franceses en el que vive, sino también por su propia madre. Para averiguar qué diablos está pasando, Vicky usa su poder para viajar peligrosamente al pasado, a la adolescencia de sus padres y su tía, para así entender lo que sucede en el presente. Pero la presencia de la joven niña en el pasado acaba teniendo consecuencias, sobre todo en su tía, que parece ser la única capaz de percibir su presencia.
Aunque a priori parezca una película puramente fantástica, Los cinco diablos es una obra que se centra en la resolución de relaciones de personajes marcados por eventos traumáticos del pasado. Vicky no solo servirá de puente para que el espectador pueda entender el contexto de la problemática sino que también actúa simultáneamente como causa y solución de este. Más allá de un curioso experimento, la obra de la cineasta Léa Mysius es una película de un gran contenido humano, capaz de reflexionar y plasmar con solvencia en la gran pantalla sentimientos y conflictos personales muy complicados. Una cineasta de la que habrá que seguir su estela ya que promete convertirse en una de las próximas directoras más influyentes del cine francés.