Sitges había dejado el listón muy alto tras clausurar la pasada edición con una película tan esperada como The Green Knight. Normalmente el historial del certamen con sus elecciones de películas para cerrar el festival suele dejar mucho que desear, pero este año ha sabido seguir la buena senda que inició con el último film de David Lowery y crear expectación. La elegida ha sido nada más y nada menos que Hasta los huesos (Bones and All) la última película de otro gran conocido del festival, Luca Guadagniigno, que hace unos años ya inauguró el certamen con su versión de Suspiria.
Hasta los huesos (Bones and All) es una obra inclasificable que mezcla el drama romántico, el cine de terror y el género del road trip. La película sigue a una adolescente (Taylor Russell) que a causa de sus tendencias caníbales incontrolables es abandonada por su padre. La joven decide huir en busca de su madre en un viaje en el que irá conociendo más personas como ella y en la que se encontrará un aliado (Timothée Chalamet) del que se irá enamorando poco a poco. La obra conjuga varios aspectos interesantes y que son tratados con un tono a veces excesivamente melodramático pero que generan una sensación de incomodidad en el espectador. El resultado es el de un peculiar coming of age que trata el canibalismo con la naturalidad con la que se podría tratar cualquier otro tipo de trastorno mental y físico, sirviendo para unir a unos personajes repudiados por la sociedad. Pero los tres puntos clave para el funcionamiento del film están un poco al margen del experimento narrativo. En primer lugar, una magnífica dirección fotografía que recuerda a las películas de Malick y se postula como una versión mejorada de Nomadland. En segundo lugar, una banda sonora desarrollada por Trent Reznor y Atticus Ross con una base de guitarra acústica que lejos de sonar estridente acompaña de la mano al melodrama. Y por último la interpretación soberbia de Mark Rylance en el papel de uno de los personajes más inquietantes y terroríficos vistos en la gran pantalla de los últimos años. Rylance interpreta al primer mentor de la joven protagonista, una persona con su misma problemática y que le enseña a lidiar con ella. Sus verdaderas intenciones quedan ocultas bajo el rostro inexpresivo y a la vez monstruoso de uno de los actores más fascinantes de Hollywood.
Guadagnino combina en Hasta los huesos: Bones and All su faceta como creador de melodramas (Call Me by Your Name) y sus facultades como cineasta de terror (Suspiria). El resultado es algo endeble y poco compensado, donde impera más el aspecto romántico que la exploración de algo tan interesante como es ponerse en la piel de un caníbal. Pero no se puede negar que la obra tiene algo único y diferente, siendo capaz de despertar una inquietud en un espectador que incluso debe esforzarse para reconocer lo que está viendo en la gran pantalla y las intenciones del director. Sin duda hay Guadagnino para rato, y si sigue por esta senda algo más experimental y exploratoria, puede regalarnos grandes películas.